Pablo Iglesias ha pasado al ataque. Y lo ha hecho con la presentación de una nueva oferta a Pedro Sánchez para que sea investido gracias al protagonismo de Unidas Podemos. La comparecencia de Iglesias en Antena 3, con propuestas modificadas en parte, no han dado la vuelta a la situación.

Resultó extraño ver a alguien pidiendo poner fin a los mutuos reproches, cuando el propio Iglesias dedicó buena parte de la entrevista a lanzar diatribas contra el presidente en funciones. En un juego, que intentaba contentar a los suyos, a pesar de entrar en varias contradicciones y de pedir lo que sabía que le iban a negar.

En las cuatro alternativas de gobierno de coalición que planteó Pablo Iglesias, se pedían carteras ministeriales que el PSOE puso como líneas rojas. Concretamente, la de Trabajo y la  de Transición Ecológica, mientras que, finalmente, la vicepresidencia ha dejado de ser una cartera decorativa. Pero la historia dirá que fue él quien impidió por dos veces que en este país gobierne la izquierda.

Tampoco faltó la manipulación de algunos datos. Aseguró que había que ir hacia un gobierno de coalición porque el gobierno de “cooperación a la portuguesa,” no había funcionado. Con esa forzada imagen intentó describir que el gobierno de Pedro Sánchez "no fue capaz de sacar adelante los presupuestos". En realidad, los presupuestos del Estado que UP apoyó sin complejos, se rechazaron gracias a los independentistas y a los partidos de la derecha.

Iglesias dijo en Antena 3 que “de los 28 países de la Unión Europea, 20 tienen gobierno de coalición”, cuando la conveniencia de este tipo de ejecutivos no se mide por el número de países que lo han formado. Italia es uno de esos y no se puede decir que sea un éxito.

 A Pedro Sánchez no parece interesarle una repetición de elecciones, y sabe que su principal baza es la división interna en Unidas Podemos. Busca favorecer a los que defienden alcanzar un acuerdo de investidura y a la vez minar el poder de Pablo Iglesias. Una división del voto entre sus diputados sería el mejor regalo para el PSOE. Hasta ahora, cuando alguien se opuso al líder, el resultado fue la espantada. Así vimos cómo se fueron Luis Alegre, Tania Sánchez, Rita Maestre, Carolina Bescansa o Íñigo Errejón, este con el respaldo de Manuela Carmena. Del grupo de fundadores, solo le apoya Juan Carlos Monedero. Hoy, el espacio de Pablo Iglesias es mucho más pequeño. Si quiere que haya más abandonos, el fracaso está servido.

Hasta hace unos meses, el líder morado no hacía más que citar Portugal de ejemplo. Hoy parece no servirle. Sí le interesan esos 20 países con ejecutivos de coalición, incluido Italia. En resumen, Iglesias pide y pide y recuerda aquella vieja canción infantil que decía Yo quiero un TBO, yo quiero un TBO, si no me lo compras, lloro y pataleo.