Juan Manuel Moreno Bonilla ha actualizado en clave neoclimática el célebre dicho italiano ‘piove, ¡porco Governo!’. En la comparecencia de ayer en Málaga ante los suyos, el presidente habló por extenso del grave problema de la sequía… para culpar al Gobierno de España de no hacer nada para impedir que Andalucía "se muera de sed". Moreno venía, pues, a inaugurar el nuevo curso político andaluz con el grito de guerra ‘no llueve, ¡puto Gobierno!’. 

Reprochaba el presidente andaluz al español Pedro Sánchez que no esté llevando a cabo las obras hidráulicas que le corresponden como Administración central con competencias en el 65 por ciento de las cuencas hidrográficas. Olvidó mencionar Moreno que ese 65 por ciento corresponde en realidad, por sentencia del Tribunal Constitucional, a la cuenca del Guadalquivir y que el resto de las cuencas andaluzas son competencia exclusiva de la Junta de Andalucía y, además, son las más afectadas por la sequía.

Es muy probable que, en efecto, el Gobierno de España no esté haciendo al cien por cien sus deberes en esta materia, pero de ahí a culparlo de que “los cultivos más importantes de esta tierra se vayan a perder” va un largo trecho que solo cabe saltar sin contratiempos impulsándose con la pértiga del populismo

El populismo es el opio de la política: cuando los gobernantes lo prueban se vuelven automáticamente adictos a él, hum, ¡guau, qué subidón!, quiero mássss: lógico teniendo en cuenta que, a consecuencia de su inhalación, se opera el milagro de que convencer a la gente resulta muchísimo más fácil, rápido y barato.

El pueblo compra el populismo por la misma razón que compró siempre la religión: porque le ofrece certidumbre en un mundo incierto, le facilita a precio de saldo respuestas sencillas y directas a preguntas complejas y abstrusas. Tiene además el populismo la ventaja añadida de necesitar muy poco adiestramiento para practicarlo con soltura: basta probarlo una vez para sentir que no hubiera estado uno haciendo otra cosa durante toda su vida. 

Moreno no había sido hasta ahora un político muy inclinado al populismo, es decir, no más de lo estrictamente imprescindible en un oficio como el suyo, siempre tan necesitado de simplificar la realidad. De hecho, su discurso sobre la sequía andaluza parecía más propio de Isabel Díaz Ayuso, princesa natural del populismo cheli, que de él mismo. 

¡Cuídate, Juan Manuel Moreno, de los idus del populismo, que de entrada resultan seductores pero a la larga son muy traicioneros! Ciertamente, pueden dar votos a quienes están faltos de ellos, pero a quienes ya tienen todos los que podían tener e incluso algunos más, como es tu caso, solo pueden restárselos.