¿De verdad “no hay alternativa”? ¿Es cierto que “no hay más remedio” que retroceder décadas enteras, tal vez hasta medio siglo, en materia económica, social y democrática? Porque lo que estamos viviendo y sufriendo en España es un retroceso histórico sin parangón. Vivimos y sufrimos una italianización política y una argentinización económica. Vivimos y sufrimos un proceso de creciente desapego entre la ciudadanía y sus representantes políticos. Vivimos y sufrimos prácticamente en un estado de excepción parlamentario, con el uso y abuso constante del recurso del decreto-ley. Y todo ello se produce en un contexto en el que se está eliminando a la clase media y está aumentando espectacularmente la desigualdad, con un incremento enorme de la acumulación del capital entre los más ricas y un empobrecimiento generalizado del resto de la sociedad, con la laminación progresiva de pilares básicos del Estado del bienestar conquistados con gran esfuerzo en estas últimas décadas.

El Gobierno del PP está jugando peligrosamente con fuego. Los vítores y aplausos de la bancada popular a los anuncios de recortes sociales hechos por Mariano Rajoy fueron una provocación pública. Su máxima expresión fue el exabrupto del “¡que se jodan!” perpetrado por Andrea Fabra, porque a nadie se le escapa que reflejaba un sentimiento de clase, una manifestación rotunda de una ideología clasista, la del ultraliberalismo más reaccionario.

Ante una situación como esta se impone una reacción clara de los socialistas, como primera fuerza de la oposición y como única alternativa actualmente posible al PP. Repito: ¿”no hay alternativa”?. Sí la hay, y el PSOE debe hacerla pública, presentando con claridad y energía no únicamente su firme oposición a las drásticas medidas contra la mayoría que el Gobierno del PP está aplicando sino también ofreciendo alternativas progresistas para superar la situación actual. François Hollande lo está haciendo ya en Francia. ¿A qué espera Alfredo Pérez Rubalcaba a hacerlo también en España? Solo el conocimiento de esta alternativa puede insuflar esperanza e ilusión en una sociedad que está entrando en una profunda depresión. Una depresión no solo económica sino también social, política y anímica, que nos conduce inexorablemente del drama a la tragedia colectiva.

Jordi García -Soler es periodista y analista político