Juanma Moreno Bonilla, presidente del gobierno andaluz, ha sido noticia estos días por el anuncio que hizo de la supresión del impuesto sobre el patrimonio. Al tiempo que lo hacía, invitaba a los empresarios catalanes (parece que los de otras comunidades que mantienen este impuesto no son del agrado del presidente) a trasladar su domicilio fiscal a su comunidad autónoma. Por si la rebaja fiscal no era suficiente argumento para convencer a los empresarios, Moreno Bonilla les dio otro que ha pasado completamente desapercibido, pero que es, sin duda, una auténtica bomba: Cataluña será independiente.

No lo dijo exactamente con esas palabras, ya saben ustedes que a algunos políticos les parece más interesante que interpreten sus mensajes, para luego poder decir que no los hemos entendido, pero en este caso no deja lugar a la duda: "Aquí (Andalucía) no nos vamos a independizar nunca". Si considera que los empresarios catalanes deben trasladar su residencia y sus empresas a Andalucía porque no se va a independizar nunca, es porque está convencido de que Cataluña sí lo va a hacer alguna vez. Y se entiende que en esta ocasión piensa que la independencia durará algo más de los ocho segundos a los que se atrevió Puigdemont.

Moreno Bonilla no es alguien que hable por hablar y en esta ocasión debo decir que estoy convencido de que no va desencaminado. Si las encuestas aciertan y se está produciendo un giro hacia la derecha en España, las posibilidades de que los independentistas catalanes vuelvan a recuperar el pulso y aumente de nuevo el apoyo que han ido perdiendo desde que gobierna la izquierda en el estado, serán muchas.

Es más, aventuro que un gobierno presidido por Feijóo con el apoyo o la colaboración directa de Abascal puede hacer atractiva la idea de la independencia no sólo a catalanes y vascos, sino a muchísimos españoles con más de ocho apellidos bien castizos en su árbol genealógico, que haciendo el camino inverso al que propone Bonilla a los empresarios catalanes, pedirían fijar su residencia fuera del paraíso fiscal e infierno social en el que se convertiría lo que quedara de España.