El 12 de octubre, día estipulado como Día nacional, que homenajea el supuesto “descubrimiento” de América, quizás se sustente en una falacia, o, lo que es peor, en una vergüenza patria. América no fue descubierta por nadie. En 1492 el continente americano estaba habitado por una rica diversidad de pueblos y de culturas, muchas de ellas enormemente avanzadas respecto de los pueblos del continente europeo, y de una espiritualidad y una sabiduría sorprendentes. Ajenas hasta entonces de las dogmáticas artificiales como la cristiana, que defiende el antropocentrismo que nos ha alejado de una concepción empática y ética del mundo, muchas de esas culturas sustentaban sus idearios culturales y espirituales en todo lo contrario; en la idea de que la vida se sostiene en el respeto a la biodiversidad y en la convivencia armónica del hombre con la naturaleza y con todos los seres vivos. Eso es espiritualidad.

América no fue descubierta. Fue arrasada por la corona española y la Iglesia romana que en esos tiempos se dedicaron también a expulsar a judíos y árabes para no repartir el inmenso botín que era la riqueza de todo un enorme continente intacto. Lo cuenta muy bien Antonio Gala en El pedestal de las estatuas. Los historiadores expertos en el tema consideran la colonización de América como el mayor genocidio de la historia de la humanidad, que, a su vez, dio lugar a otro terrible genocidio, el de los millones de africanos que fueron trasladados al continente americano como esclavos y mano de obra gratuita para extraer los oros y las platas que los colonizadores se traían a España.

Para muchos lo que llaman día de la hispanidad debería convertirse en el día del perdón de España a Latinoamérica; ojalá eso ocurra algún día, porque a muchos nos parece bochornoso que se siga vendiendo un genocidio atroz como una hazaña épica de la que enorgullecers. Los que tenemos un mínimo de espíritu crítico y un poco de interés por la historia sabemos muy bien que lo que aún se cuenta sobre la colonización y la hispanidad no es más que un mito, una inmensa mentira en la que se nos adoctrina desde la escuela, como en tantas otras cosas, y que sólo se sustenta en el desconocimiento de la historia y en el desprecio a la verdad.

Debido a la historia de opresión, sometimiento y marginación, cuando no de exterminio, de los pueblos precolombinos existen desde hace siglos en Latinoamérica diversos movimientos que buscan preservar los derechos humanos de estos 800 pueblos indígenas que milagrosamente han pervivido a siglos de explotación, de persecución y de masacre. Porque todavía en pleno siglo XXI muchas culturas indígenas siguen siendo perseguidas y acosadas en busca de las tierras que habitan, que son sus tierras. El pasado junio la ONU confirmaba que cuatro líderes indígenas que luchan por sus derechos son asesinados al mes en Latinoamérica, casi cincuenta al año.

Y cada año existe más consciencia en Latinoamérica de la importancia de la Resistencia Indígena para preservar la dignidad, los derechos y las culturas ancestrales de esos pueblos maravillosos que han sido capaces de sobrevivir a la barbarie. Y organizan fiestas que celebran y conmemoran todos los 12 de octubre la pervivencia de sus pueblos; pueblos a los que algunos llaman primitivos o salvajes por defender los modos de vida respetuosos con la naturaleza y los animales, por abogar por la agricultura no contaminante, por respetar y cuidar a la Pachamama o la madre Tierra. Los primarios y los salvajes son otros, a todas luces.

Imposible hablar de América Latina y no tener in mente como referente al gran Eduardo Galeano, y especialmente a su obra Las venas abiertas de América Latina: “Los efectos de la conquista y todo el largo tiempo de la humillación posterior rompieron en pedazos la identidad cultural y social de los pueblos indígenas”, “Vinieron. Ellos tenían la biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: Cierren los ojos y recen. Y cuando abrimos los ojos ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la biblia”.

Confieso que me resulta indecente e inmoral la parafernalia que se organiza para celebrar la llamada hispanidad y la supuesta fiesta nacional en nuestro país. Cada día somos más los españoles que nos alejamos del mito patrio construido en torno a esas falsas ideas que en realidad están basadas en un homicidio étnico y cultural de inmensas dimensiones; y decidimos conscientemente que ni ese mito ni esas ideas nos representan. Y decidimos celebrar en nuestros adentros, en solidaridad con esos pueblos expoliados, la Resistencia de esos pueblos y el respeto a su sabiduría, a su espiritualidad natural y a la riqueza de sus culturas. Y una vez más recordamos a Galeano cuando escribía en referencia a estas culturas humilladas y masacradas que “Hay quienes creen que el destino descansa sobre las rodillas de los hombres, pero la verdad es que se mueve, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres”.

 

Coral Bravo es Doctora en Filología