Desde que se iniciara el caso del supuesto fraude fiscal de la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, buena parte de las noticias del caso están relacionadas, cuando no protagonizadas por Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de Isabel Días Ayuso.

Cada nueva noticia del más conocido como MAR, no puedo dejar de acordarme de la serie danesa Borgen, una magnifica trama política protagonizada por una mujer que accede a la presidencia de su país, en la primera temporada su jefe de gabinete se ve envuelto en un escándalo y la presidenta le abronca afirmando “te pago para que me resuelvas problemas, no para que tú te conviertas en mi problema”, desde hace meses imagino que esta conversación se reproduce en la puerta del Sol, y al día siguiente la noticia es el cese de MAR, pero este día nunca llega.

Debió haber llegado el día en que conocimos que MAR era el origen de la falsa noticia que muchos medios publicaron sobre la oferta de acuerdo de la Fiscalía al novio de la presidenta, pero no sucedió.

Debió llegar el día que supimos que, en respuesta al jaleo informativo generado por él mismo con sus noticias falsas, MAR amenazó a periodistas de los medios de comunicación que decidieron corroborar las noticias y publicaron la información correcta y no las mentiras del jefe de gabinete.

Debió llegar el día que supimos que volvió a mentir, el jefe de gabinete, contando a varios medios que la presidenta estaba siendo acosada en su vivienda por periodistas encapuchados.

Debió llegar el día que inició la saga de predicciones judiciales al grito tuitero de “palante”, que evidencia un inapropiado conocimiento previo de decisiones judiciales y aún más inapropiada actitud de jactarse de ellas.

Y por supuesto, debió llegar el viernes, tras el espectáculo ofrecido esta semana, primero a la puerta de los juzgados, después en su declaración, y para remate en el incomprensible recorrido mediático de entrevistas del jueves; en resumen, la actuación de MAR ha venido a confirmar que el pecado primigenio de hacer públicas las conversaciones privadas entre el abogado y la fiscalía, que de acuerdo al código deontológico de la abogacía no debería ser conocidas ni por González Amador, está en el jefe de gabinete de su novia la presidenta, con el conocimiento y autorización del presunto defraudador fiscal.

Gracias a MAR podemos preguntarnos cómo puede denunciar González Amador que se han revelado secretos de su causa si él mismo ha puesto en manos de MAR los correos objeto de revelación, dándole permiso para utilizarlos en la construcción de un relato mediático que trate de exculparle de sus propios actos.

Gracias a MAR sabemos que varios medios de comunicación han publicado como noticia lo que son sólo sus opiniones en relación con “las ordenes de arriba” para frenar un supuesto acuerdo que en verdad nunca fue más que una petición del propio abogado defensor como es habitual.

Gracias MAR sabemos que el jefe de gabinete de la presidenta, que como tal es parte de la institución autonómica, comparte un chat con 50 periodistas en los que vuelca no información de su trabajo, sino opiniones y análisis, basado en que “él peina canas” que sirven a los intereses particulares de la presidenta y su pareja.

¿Acaso todo esto no son problemas suficientes generados a su jefa para que Isabel Díaz Ayuso cese a MAR?. Tras meses esperando, yo ya he perdido la esperanza, y al ver a Miguel Ángel Rodríguez defender que un defraudador confeso es una persona honesta, he llegado a la conclusión de que, en contra de lo que mucha gente cree, el cerebro de esa alianza de presidenta y jefe de gabinete es ella, y no él, que no es más que un títere haciendo el ridículo de medio en medio, de red social en red social, tratando de defender lo indefendible.

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