Marcos de Quinto es excesivo incluso para Ciudadanos. El haber conseguido colocarse, sólo superado por Rivera, en la lista madrileña al Congreso de los Diputados, lejos de moderar su verborrea, la ha acrecentado. De Quinto utiliza las redes sociales, especialmente Twitter, como un portero de discoteca usa sus puños, para repartir a siniestro (nunca a diestro) sobre cualquier tema que considere que le puede dar protagonismo.

Estas últimas horas ha recibido mucho más que dado, después de describir a los migrantes embarcados en el Open Arms como "bien comidos" y a la ONG española como una empresa que se enriquece con el tráfico de personas. Para cualquiera que conozca al señor diputado,  resulta evidente que no cree sus propias palabras, porque si estuviera convencido de que se puede ganar dinero comerciando con la desgracia de seres humanos, en vez de criticar a la organización que dirige Oscar Camps, hubiera invertido en ella.

De Quinto fue uno de los fichajes estrella de C,s en las pasadas elecciones generales. El ahora diputado, mucho antes de ser señalado por el dedo siempre certero de Albert Rivera, llevaba meses paseando su éxito por los medios de comunicación. Muchos periodistas compraron el discurso del triunfador que llega del extranjero y que, en un acto de bondad nunca suficientemente agradecido por los paisanos, regresa al país natal para compartir su sabiduría y, si Hacienda se pone pesada, parte de su riqueza. 

Pero lo cierto es que Coca-Cola, empresa de la que fue vicepresidente mundial sólo dos años, se deshizo de él porque, según informó la compañía en un comunicado enviado desde Atlanta, "se iba a llevar a cabo un proceso de transformación a nivel organizativo para ganar agilidad y acelerar el crecimiento". Si después de semejante declaración de intenciones la multinacional norteamericana te deja fuera del organigrama directivo, no hay que ser muy avispado para entender que consideraba que Marcos de Quinto más que un activo era un estorbo.  

En 2017, el gran directivo, fichó como consejero independiente de Telepizza, pero un año después también dejó la compañía. Según los parámetros proletarios, término que sé que horroriza al señor diputado, creo que todos estaríamos de acuerdo en considerar que perder dos trabajos en menos de tres años, no es una buena nota en el currículum. 

Con todo esto les vengo a decir que paciencia, que no se tomen en serio todo lo que dice o escribe, con muchas faltas de ortografía pero mucha voluntad, el señor de Quinto. Que tengan en cuenta que tiene mucho tiempo libre y que el vino de Quinta do Vale do Meâo (ya me he ofrecido a buscarles un nombre más adecuado para comercializarlo en España) sube mucho con estos calores.