La designación de Manuel Marchena como futuro presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), y del Tribunal Supremo, es una noticia que, sin duda, aporta alegría a las huestes del Partido Popular, que han conseguido mantener al frente del Poder Judicial, y de su más alto tribunal, a uno de sus hombres en la justicia.

Procede de la carrera fiscal que inició en Canarias. Su carrera fue meteórica y, tras pasar por la secretaría Técnica de la Fiscalía del Estado, de la mano del fiscal de la época de Aznar, Jesús Cardenal –vinculado al Opus Dei, y ya fallecido-, estuvo tres años en la Fiscalía del Tribunal Supremo. Fue nombrado magistrado de la Sala Penal del alto tribunal, donde entre otros temas, tuvo un muy activo y discutido papel en la inhabilitación de Baltasar Garzón. Participó en los tres procesos contra el exjuez, al mismo tiempo que mantenía una estrecha relación con uno de los abogados de varios implicados en la Gürtel. De hecho, fue recusado por su feroz falta de imparcialidad. Recordemos que Garzón fue machacado y se convirtió, increíblemente, en el primer condenado de la causa. El premio a Marchena, por los servicios prestados, fue su ascenso a presidente de la sala penal del alto tribunal.

Al habitual lector de ElPlural.com le resultarán familiares algunos de estos datos, publicados en este diario y en los artículos de Los Genoveses: se le ha relacionado en conversaciones de Ignacio González sobre los jueces “buenos”; en la causa contra la jueza Victoria Rossell, acusada, “casualmente”, por el coterráneo de Marchena, el impresentable exministro José Manuel Soria; en su relación con los populares Ángel Acebes y José María Michavila: su nombre aparece junto al de este último, en algún acto concreto, como fue el encuentro profesional celebrado, otra vez, en pleno caso Gürtel. En cuanto a Acebes, se filtró también que habían compartido un almuerzo en 2014, junto con otras personas. Por esas fechas, el exministro popular estaba imputado por el juez Ruz por presunta relación con los papeles de Bárcenas.

Sin olvidar, en tiempos muy recientes, el denominado “marchenagate”, que se refiere a lo sucedido con su hija que, tras aprobar la oposición común a jueces y fiscales, había optado por la escuela judicial y, en una decisión inédita el CGPJ, hasta ahora de mayoría conservadora, le permitió cambiar a la carrera fiscal sin problema alguno. Situación aún por aclarar.

Para concluir, y a falta de votaciones, vistos buenos en el Parlamento y demás requisitos, Marchena presidirá el CGPJ, según el acuerdo alcanzado entre PP y PSOE, que conlleva el nombramiento de una mayoría de vocales progresistas -once de los veinte vocales-. Y de otra parte, al acceder a este prestigioso cargo, se aparta del juicio a los líderes independentistas.

Sin duda, el futuro presidente, al que en ámbitos jurídicos no se le conoce mención alguna como un gran especialista en derecho, lo que tiene es muy buena estrella.