Es curioso el desprecio con el que el PP trata a las autonomías y, sin embargo, es muy grande su afán por gobernarlas. En 1997, José María Aznar se apoderó del Gobierno de Castilla y León entrando a saco como los corsarios al asaltar un navío. Primero se cargó con malas artes al presidente socialista, Demetrio Madrid. Luego pactó, entre otros partidos, con el llamado Solución Independiente, promovido por José María Peña, entonces veterano alcalde de Burgos. Ese partido, el tenebroso SI,  aportó el diputado que Aznar necesitaba para gobernar Castilla y León.

Aquel alcalde de Burgos
Peña acabó su trayectoria política pocos años más tarde. Peña fue condenado por el Tribunal Supremo, acusado de corrupción por la mayoría de constructores de la ciudad de Burgos. ¿Habrá un tiempo en el se investiguen a fondo los entresijos ocultos, y presuntamente ilegales, gracias a los cuales Aznar llegó a presidir a los castellano-leoneses? ¿Conoceremos algún día que fue, en realidad, el tamayazo y quiénes se beneficiaron de semejante pucherazo?

Reacios a las autonomías
Aznar y sus seguidores –entre los que se encuentra Mariano Rajoy, no nos engañemos-  son muy reacios a las autonomías. Pero cuando Aznar necesitó imperiosamente los votos de CiU, año 1996 -para ser presidente del Gobierno- se olvidó de sus fobias, ovacionó el catalán y estuvieron a punto de bailar, él y su mujer, Ana Botella,  una entrañable sardana. 15 años después, quien ha buscado ayuda en el PP ha sido precisamente Artur Mas -el sucesor de Jordi Pujol en CiU y en la Generalitat-, a pesar de que fue el PP de Rajoy el que organizó un ataque frontal contra el Estatut. Ahora van cogidos de la mano el nacionalista catalán Mas y la nacionalista española Alicia Sánchez-Camacho.

Los aspavientos, puro teatro
Pero hay que subrayar que los aspavientos de los jefes de la derecha en contra de las autonomías son puro teatro. Tienen tantas ganas de quedarse con el mayor número posible de autonomías que en Extremadura los diputados populares habrían cantado La Internacional, si los tres izquierdistas de pacotilla les hubieran puesto como condición sine qua non levantar el puño y entonar el himno de los comunistas y de los socialistas más clásicos.

Tan austera, tan hormiguita…
El descrédito de las autonomías les vendría muy bien a los populares, una vez ganadas las elecciones generales. Se pueden pasar cuatro años al menos traspasando -como hace ya Maria Dolores de Cospedal- todo lo malo, sea verdad o mentira, a los socialistas. La culpa de los problemas económicos generados por las autonomías es, según los voceros del PP, primero de Zapatero y en la actualidad de Rubalcaba. Dice Aguirre que en su autonomía no tiene un “puto duro”. Eso no es culpa suya, tan ahorradora, tan austera, tan hormiguita.¡La culpa es de Rubalcaba!

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM