Zoido no mira lo suficiente a su izquierda. De modo literal y de modo figurado. Ni se fija en los problemas de identidad del socialismo patrio ni se esfuerza por protegerse de la corriente que pretende dilatar todo lo posible su nombramiento como candidato a la presidencia de la Junta. Esa corriente, liderada escandalosamente por el otrora segundo de a bordo de Arenas, Antonio Sanz, está colocando al PP andaluz en un sistema ralentizado de propuestas y programas realmente curioso. Retrasa todo lo retardable, evita el debate y espera, pacientemente, el desgaste del todavía imberbe presidente regional de los populares.

Y todo esto por lo mismo de siempre: conservar la cuota de poder dentro de un partido, olvidando una vez más que las posiciones y cargos en los grupos políticos obedecen a un fin superior y único, el servicio a la ciudadanía. Pero a estos y a los otros les da igual porque lo único que persiguen es su sempiterna presencia en la galería de estrellas, aunque ser político en estos días no sea demasiado recomendable. Ellos saben que el desgaste tiene premio con los pingües beneficios que reporta ser diputado, senador o cargo de importancia en un partido. No tienen más que mirar a los congresistas que se llevan una pasta en alquileres aunque tengan residencia en Madrid.

Juan Ignacio Zoido dejó de ser un gestor de postín hace años, pasando a la nómina de caras, de rostros de la política que se dejaron llevar por la marea de la popularidad y el prestigio social para engrandecer una postura dentro de un grupo. Arenas ya pasó por esa etapa y su letargo y enorme confianza en la victoria le arreó un zarpazo en el bajo vientre tan fuerte que le puso a Cospedal en bandeja su petición de retiro con honores. A Zoido le puede pasar lo mismo si no vigila los movimientos internos de un partido que clama a gritos una composición coherente y pronta de los que serán hombres y mujeres candidatos a arrebatar la Junta a la coalición de izquierdas. De momento nada hay, muchos presumen que Juan Ignacio llevará la voz cantante, pero algunos dentro del PP no lo tienen tan claro y ahí es donde reside la paradoja: hace meses el clamor por el retiro de Arenas era contundente, unánime y universal. Ahora, los deseos de tener a Zoido como cabeza de lista no son tan abrumadores. Ya tiene recelosos.

Mientras, en Granada, donde las cosas se hicieron muy bien, donde se destinaron recursos humanos y materiales para ganar las elecciones con suficiente margen como para guardar la escoba para otras citas futuras, el mosqueo es más que evidente. A Sebastián le dieron espada y yelmo y ahí te las compongas. Ya demostró que es líder absoluto en buscar buenos escuderos que trabajaran codo con codo por el bien común del PP. Pero ahora le piden más, ahora le exigen que se las arregle como pueda contra el aparato burócrata de la Junta, sin apoyos externos, sin gestos de compromiso, vaya a ser que alguien en Sevilla se crea que en Granada se trabaja más y mejor, dónde vamos a parar.

Ese es el cáncer de este partido en Andalucía, su excesivo centralismo, su creencia torpe e ingenua de que el refuerzo hispalense es garantía de éxito en las ocho provincias. Zoido, es al revés: refuerza tus plazas y lo demás llegará por añadidura. Los dirigentes onubenses, malagueños, gaditanos, cordobeses y granadinos (principalmente) han aportado al PP andaluz más potencia y credibilidad que cualquier maniobra de energía canalizada en tierras sevillanas. Más que nada porque la indecisión en aquellos pagos es tan flagrante que casi nadie mira hacia adelante, están despistados, sin líder claro ni objetivos fijos. Y aunque parezca difícil no lo es: coja una furgoneta y a patearse pueblos y ciudades. Que la gente le vea, le escuche y le critique. Después, a esperar el designio del ciudadano. Es así de sencillo.

Resumiendo: el día que Zoido se levante del sillón se dará cuenta de lo que pasa en Andalucía. Mientras eso no pase, nada que hacer. Los demás ganarán lo que él pierda, como le pasó a Arenas. La historia se repite.

*Jesús Cascón es periodista. Granada