Al PSOE le preocupan las vaguedades del nuevo César. Lo peor no es eso, sino la que se avecina con la venia de Europa y el visto bueno de Obama. Está bien una oposición con responsabilidad y sentido de Estado, aunque eso no se puede confundir con tener unas tragaderas por las que cabe todo.

Lo responsable, al parecer, es arruinar a una mayoría que sostiene los cimientos de este devorador orden de cosas, a los que manejan a su aire las batutas y a los patrocinadores de esta boca del lobo neoliberal. Es la receta infalible de los dueños del cotarro con el fin de reducir el déficit a costa de cortar el oxigeno al vecino. Nos llevan al matadero de los ajustes y nosotros les felicitamos las Pascuas y les deseamos un próspero año nuevo. Totalmente amargo para más de uno.

Rajoy alcanza la poltrona gubernamental, apoyándose en el lema “Cuanto peor, mejor”, y ahora pide el esfuerzo de todos. De los pobrecitos de siempre. Si razones ya tuvieron los indignados, los motivos aumentan. El jefe de la derecha extrema, no lo olvidemos, comienza su andadura con un desgaste que aumentará.

Los socialistas no quieren permitir que el Ejecutivo de Rajoy traspase las líneas rojas. Las va a rebasar ampliamente como las están traspasando los gobiernos municipales y autonómicos del PP. Muchas uñas y muchos dientes necesitamos si queremos defender el poco Estado de Bienestar que nos queda vivo. Si pretendemos reforzarlo y no lanzar por la borda una cohesión social que a día de hoy hace aguas por todas partes. Gracias a los abusos cometidos contra los ciudadanos.

Atropellos que irán amplificándose, en sesión continua y con permiso del personal, por todos los que exigen sacrificios y no se arrugan nunca. Ahí tienen a los profesionales del fraude fiscal y de la evasión de impuestos en España a paraísos fiscales, que asciende a unos 90.000 millones de euros al año. El equilibrio presupuestario podría garantizarse si se persiguiera firmemente a los defraudadores.

Las lacras y los delitos económicos campean con una notable impunidad, sin que los encargados de la lucha esgriman el cañón seriamente para evitar esa enorme estafa. El fraude seguirá su curso en beneficio de unos cuantos y en perjuicio del resto.

Los escándalos no escandalizan a nadie. Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general. En teoría. Ya ven. Los sueldos de los directivos de banca aumentaron. Una parte se paga a través de los planes de recapitalización con dinero público. Los poderes financieros dominan al poder político. Y la soberanía popular sólo existe para introducir votos y legitimar el pillaje.

Rajoy afila sus armas contra la población y Rubalcaba permanece atento por si tiene que mostrarle la tarjeta amarilla. Seamos optimistas en Navidad y veamos un paisaje de color de rosa. El nuevo presidente promoverá el bien colectivo, como norma básica, conforme a un ordenamiento económico y social justo.

La derecha extrema de PP, con la bendición de la directora orquestal Angela Merkel y del ayudante de dirección Nicolas Sarkozy, defiende una digna calidad de vida y una sociedad democrática avanzada. Por eso aplaudimos y animamos a Rajoy a seguir por ese sendero.

La justicia y la igualdad son realidades palpables e incuestionables. El egoísmo y la desmesurada ambición no existen. Ni el nuevo inquilino de La Moncloa  va a patrocinar tales hechos. Así que apárquese la indignación. Podremos organizar nuestro propio destino y ser dueños de nuestra existencia por la gloriosa acción de los salvadores de España o del mundo, esos espantapájaros que velan por nosotros. Que conducen este gran y oscuro guiñol al servicio de la gente de a pie.

Los mercados financieros pueden comer el turrón serenamente, por la gracia divina, y los derechos sociales y laborales tocan la zambomba y levantan el champán por la estupenda calidad democrática que se disfruta. Debemos sacrificarnos en honor de los pobres jerifaltes. Las medidas económicas y los recortes no servirán para crear empleo ni para huir del túnel. No, no importa. La crisis deben pagarla los tontos, claro. Y viva la regresión adornada con villancicos, polvorones y mazapán.

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos