Todo esto es, en cierto modo, comprensible en clave judicial, pero no en clave política. Lo cierto es que han pasado cerca de cuatro años desde que le estalló el caso Gürtel a Camps y a sus colaboradores más estrechos. Es curioso, pero auténtico. Nadie de entre  los políticos populares afectados por la trama Gürtel ha pisado la cárcel, mientras que Luis Bárcenas, extesorero del PP, y el diputado Jesús Merino –ambos imputados- recibieron un balón de oxígeno como consecuencia de la decisión del magistrado Pedreira de sobreseer las imputaciones contra estos dos populares porque habían prescrito.



Balón de oxígeno
Ese balón de oxígeno benefició naturalmente a Bárcenas y a Merino. Pero también benefició, y mucho, al que más probablemente, a Mariano Rajoy, que empezó su campaña electoral con la excelente noticia para él del sobreseimiento del juez Pedreira, por otra parte un concienzudo y eficaz jurista. No es nuestra intención señalar a ningún juez como culpable por ralentizar un proceso, pero hemos de recordar hasta qué extremo fueron sacrificados y crucificados el juez Baltasar Garzón y el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo.

¿Garzón, delincuente habitual?
Los dos fueron acusados por la derecha y sus terminales mediáticas de haber preparado, en una cena de caza y de pretendido misterio, una especie de complot para –mediante el caso Gürtel- acabar con el PP. Fernández Bermejo se quedó de inmediato sin Ministerio. A Garzón lo han tratado los jueces cavernarios del Tribunal Supremo como si fuera un delincuente habitual que continúa estando en el punto de mira de sus colegas inquisidores.

Inocente o no
Los ciudadanos de a pie no entienden cómo, cuando llega la hora política de la verdad –elecciones generales-, ellos no pueden saber si Camps es inocente o no. A la hora de votar no es lo mismo para los ciudadanos que Camps sea judicialmente un querubín o que sea judicialmente también un corrupto por acción o por omisión. Y no hablemos del caso Gürtel en su conjunto, cuyo tamaño parece ser  infinitamente más grave que el del asunto de los trajes.



Caso Naseiro
Unos salen casi siempre bien parados de asuntos como el caso Naseiro, mientras que otros –recordemos el caso Filesa- salen muy mal parados. La derecha judicial es mucho más influyente y potente que la izquierda judicial, minoritaria. Rajoy tiene una guardia de corps judicial muy notable. Alfredo Pérez Rubalcaba, mucho menos. Estamos ante un desequilibrio monumental, que perjudica a la democracia española. O sea, a los ciudadanos españoles.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM