Los cambios dictados por Pedro Sánchez en el Gobierno y en el Partido Socialista marcan su vocación de construir una pista electoral de despegue que le facilite una buena posición para abordar su etapa final en esta legislatura.

Un tránsito complicado para alcanzar la presidencia del Consejo de la Unión Europea, de julio a diciembre del año próximo, y para intentar renovar su victoria electoral en la cita de las elecciones generales en España, que no puede sobrepasar diciembre de 2023. Está decidido a ir a por todas, cueste lo que le cueste, como anunció en el último debate sobre el Estado de la Nación y acaba de concretar con nombramientos y ceses estratégicos en la dirección socialista, en un intento de agilizar la coordinación entre partido, Parlamento y Gobierno.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, es ahora la nueva vicepresidenta del partido que fundó Pablo Iglesias y el vasco Patxi López se estrena como nuevo portavoz en el Congreso de los Diputados. Muy pronto se comprobará cómo afronta el Partido Popular la inesperada recuperación del ex lehendakari socialista para la portavocía de la Cámara Baja. 

Este socialista tiene la autoridad que le ha granjeado su batalla contra el terrorismo, en primera fila, en los años más duros. En su última intervención en el hemiciclo en la Carrera de San Jerónimo sostuvo que el PP no puede apropiarse de las víctimas del terrorismo “que son patrimonio exclusivo de sí mismas pero referentes de todos”, y echó en cara la comparativa que pretendieron los populares entre víctimas de ETA y la Ley de Memoria “¿Qué tendrá que ver?, dijo. Sus palabras se hicieron de inmediato virales en las redes.

Este veterano socialista había puesto tiempo atrás en evidencia a Pedro Sánchez cuando, en 2017, le corrigió sin tapujos su titubeante definición del concepto de nación.

Esta muestra de superación de deudas políticas del pasado, se convierte ahora en una pieza básica del estudiado diseño que ha preparado Pedro Sánchez para intentar alcanzar sus metas.