Y añadió: “Es usted quien se ha propuesto cambiar de dirección, traicionar a los muertos y permitir que ETA recupere las posiciones que ocupaba antes de su arrinconamiento”. El presidente del Ejecutivo le replicó con rotundidad: “Ha quedado claro que ustedes han decidido no apoyar el Gobierno en la lucha contra el terrorismo”.

Canalladas verbales
Y así aconteció a lo largo del proceso de paz en relación a ETA. Rajoy –tenido estúpidamente por algunos como un político moderado- no sólo no se arrepintió de sus canalladas verbales contra Zapatero, lanzadas en el Congreso de los Diputados, sino que aprobó la oleada de manifestaciones callejeras, montadas desde Génova 13 por el PP y destinadas a instrumentalizar en beneficio político propio a la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), José Francisco Alcaraz, Federico Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez, entre numerosos personajillos de patada y tentetieso.

A cañonazos
Aquellas concentraciones fueron cañonazos, disparados contra el Gobierno socialista. Los malos -que eran los terroristas- pasaban casi inadvertidos. Para el PP de Rajoy, los malos de verdad eran Zapatero y sus seguidores. Los enemigos de ETA eran los populares. Los cómplices de ETA, los socialistas. Este esquema, primario y diabólico, trataba de desmantelar al Gobierno con el objetivo de que la derecha ganara en las elecciones de 2008. Las víctimas –que no eran la mayoría ni mucho menos- ejercían de comparsas.

Especie de Frankenstein
El Partido Popular de Rajoy fabricó una especie de Frankenstein que ha terminado acosando a sus progenitores. Ahora, cuando los hechos han confirmado que la política antiterrorista del PSOE, con Rubalcaba en primera fila, estaba respaldada por los demás partidos, con la excepción del PP, y que iba bien encarrilada, el Gobierno se ha visto obligado a asumir la realidad. ETA está prácticamente disuelta y derrotada. Pero los halcones -tanto del PP como de alguna asociación de víctimas- se revuelven contra Rajoy y Fernández Díaz. El Mundo ataca, obsesionado Pedro Jota por liquidar a Rajoy. Otros medios reaccionarios lo secundan.

El mayor farsante
Jaime Mayor Oreja, el mayor farsante o gurú de estar por casa, desde la transición a la actualidad, no abre la boca después de que desde el Ministerio del Interior se le haya otorgado el tercer grado al etarra Josu Uribetxeberría Bolinaga. ¿Pero por qué calla Mayor Oreja? Porque fue, siendo ministro del Interior, el que, como adelantamos en el ELPLURAL.COM, aprobó la concesión del tercer grado a los terroristas a punto de morir. Preguntado Rajoy en una entrevista con El País sobre Mayor Oreja, el jefe del PP dijo: “Hay que escuchar a Mayor Oreja como hago yo”. Y así le va, don Mariano, siempre usted fuera de juego.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM