Zapatero y Blanco sostienen que se ha producido un giro a la derecha, lo cual no es cierto, el PP no ha ganado mucho del voto del PSOE, que se ha ido, como siempre ocurre con el voto de izquierdas, a la abstención,  al voto en blanco y nulo (más alto en porcentaje que nunca) y a los partidos pequeños. No es que no hayamos entendido las políticas que se han hecho, es que no nos han gustado. Y no es que no se entienda que eran necesarias medidas de austeridad, es que estas deberían haber ido acompañadas de medidas que gravaran a los más ricos; al menos de gestos porque los gestos son también importantes. En otros países, incluso gobernados por la derecha, las políticas de austeridad se han intentado equilibrar. La sensación aquí es que no se ha hecho un solo gesto destinado a distribuir de manera más justa el coste de la crisis. Pero además había otras políticas, no relacionadas con la crisis, que tampoco se han hecho como el necesario avance en la laicidad del estado que más bien ha sufrido un retroceso en esta segunda legislatura en la que los laicistas nos hemos sentido más que olvidados humillados por la política de permanente entreguismo a la iglesia católica en un país cuya sociedad es, según las encuestas, laica y aconfesional.

Eso por no hablar de la corrupción que campa a sus anchas por todos los estamentos políticos y en todos los partidos fomentando la desafección y el hartazgo. La corrupción no pasa factura a la derecha pero sí a la izquierda. Por más que la corrupción sea más y más grave en el PP los muchos imputados que también el PSOE ha protegido le pasan a éste una factura mucho mayor que al partido de la derecha, y no solo por no cumplir con sus compromisos de limpieza, sino por no combatirla con dureza en todos los ámbitos, por no impedir con leyes, cuando han tenido mayoría suficiente como para aprobarlas, que la suframos todos. La corrupción se ha extendido como una mancha que nos ha llenado de desazón, de apatía, de ganas de quedarnos en casa, de rabia contra los que gobiernan.

Dentro del PSOE los análisis que se hacen parecen estar dirigidos a evitar la descomposición del partido. Como dijo Ibarra: “hay que hacer lo mejor para el partido”, demostrando que en esta partitocracia que padecemos y que ha denunciado el movimiento 15M, se confunde “el partido” con la sociedad o con sus votantes. Los partidos se han convertido en enormes estructuras, con miles de puestos de trabajo, con técnicos, asesores, consejeros y  expertos electorales que  han terminado funcionando como empresas alejadas de la realidad y lo que es peor, de los primitivos valores, principios e ideología. A estos técnicos contratados para ganar elecciones parece a veces que la ideología les molesta en lugar de verla como la razón de ser de un partido.

Si el PSOE ante la derrota, en lugar de escuchar a los votantes que a pesar del enfado le hemos votado y escuchar también a los votantes que ha perdido, se cierra sobre sí mismo para protegerse como partido, si se dedica a echar la culpa a la sociedad  en lugar de a sus políticas, si se dedica a discutir sobre caras y nombres en lugar de sobre programas y políticas, no sólo estará favoreciendo una derrota en 2012 de proporciones históricas, sino que estará consumando una traición a toda la izquierda española; una traición de la que algún día tendremos que pedirles cuentas. ¿Es así como quiere pasar a la historia Zapatero?

Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)