Faltan pocos días para el clásico F.C. Barcelona– Real Madrid y nadie se atreve a asegurar al cien por cien que se jugará. Las amenazas del Tsunami Democràtic de boicotear el partido continúan y se ha entrado en una espiral de locura que no favorece a nadie. El fútbol tiene que servir para unir en la rivalidad y no para enfrentar en la violencia. España se puede jactar de ser una isla, tanto dentro de Europa como dentro del fútbol global. Si bien hay ultras, la situación no es comparable con la violencia enquistada en otros países.

Miramos con incredulidad cómo se tuvo que jugar en Madrid la final de la Copa Libertadores –el equivalente a la Champions en Latinoamérica-, porque en Buenos Aires no se podía garantizar la seguridad. Nos resultaba un hecho muy lejano y aquel clásico tuvo que postergarse, de momento, una vez. También por falta de garantías. ¿Es esto lo que queremos? ¿Es esta la imagen que quiere dar el independentismo al mundo?

 No sorprende que el fútbol se politice aunque todo tiene un límite.

Los lazos de Barcelona con Argentina se remontan a la amistad entre el inigualable Carlos Gardel y el histórico centrocampista culé José Samitier, a quien el argentino dedicó un tango. No podemos permitir que hoy les una la vergüenza por no poder acoger un partido de fútbol.

El Barça es més que un club, como dijera el ex presidente Narcís de Carreras, y aunque hoy pretendan adueñarse de su esencia con un mensaje excluyente, deberían respetar la historia y los valores de la institución. Un club fundado por un suizo, Hans Gamper, y cuyos máximos ídolos eran el húngaro Ladislao Kubala, el holandés Johann Cruyff y ahora, cómo no, el argentino Lionel Messi. El Barça tiene un espíritu universal y no distingue lengua ni el origen.

Pero no sorprende que el fútbol se politice aunque todo tiene un límite. Desde tiempos de Primo de Rivera, que cerró el campo de las Corts durante seis meses, porque los aficionados culés habían pitado la Marcha Real, interpretada por la banda de la marina inglesa, que había sido invitada al partido, hasta que Franco se entrometió en el polémico fichaje de Alfredo Di Stéfano y hasta hoy, el club blaugrana ha estado en el ojo del huracán político. Al fin y al cabo, el fútbol es un fenómeno social y, como tal, está presente en todos los estamentos. Basta recordar que cuando se habla de independentismo, uno de los grandes temas es si el Fútbol Club Barcelona podrá o no competir en la Liga Española. Y no es extraño encontrar a muchos que supeditan la independencia al destino del Barça.

En todo caso, la historia del Barcelona no se puede manchar. Es una historia grande y rica en lo deportivo y en lo social. Ahora se anuncia un cordón de seguridad alrededor del Camp Nou desde la misma mañana del 18 de diciembre, para que el clásico se pueda disputar. En el estadio habrá 3000 efectivos para prevenir incidentes o una eventual invasión del campo. Es deseable que en ningún caso necesiten actuar y que todo se desarrolle con normalidad. El fútbol, los aficionados, el club y todos los ciudadanos nos merecemos una jornada en paz.