Hace casi veinte años el economista norteamericano Jeremy Rifkin, asesor en sostenibilidad de gobiernos y empresas de todo el mundo, declaraba “nos hallamos en los albores de una nueva economía basada en el hidrógeno que cambiará la relaciones sociales, políticas y de mercado tal como lo hizo el carbón al comienzo de la era industrial. La rapidez con que lleguemos a ella dependerá de lo decididos que estemos a abandonar el petróleo. La pregunta es ahora ¿a que estamos esperando?”.

Veinte años después la pregunta del profesor Rifkin sigue siendo la misma ¿a qué estamos esperando para pasarnos a la energía del hidrógeno? Coches, barcos, aviones. Viviendas, edificios públicos, industrias. El hidrógeno es la fuente de energía renovable más real, cómoda y fácil de obtener. Solo falta voluntad política.

Este recurso energético inagotable se obtiene del agua mediante un proceso denominado electrólisis que divide su molécula para obtener los dos elementos que la forman: oxígeno y hidrógeno. Una vez separado se acumula en las denominadas pilas de combustible que a modo de baterías permiten todo tipo de aplicaciones y usos.

Al utilizarse no emite CO2 ni ningún otro contaminante, dejando como todo residuo agua destilada. Si las fuentes de energía primaria utilizadas para obtener el hidrógeno fueran renovables (eólica, solar o geotérmica) se podría decir que tanto su producción como su uso son totalmente limpios.

Respecto a su aprovechamiento, el hidrógeno permitiría el libre acceso de todos a una fuente de energía inagotable, que no puede ser atesorada ni admite su especulación. Gracias a ello, si la sociedad avanzase hacia un desarrollo basado en el hidrógeno las tensiones y conflictos provocados por el control del petróleo desaparecerían y sería posible un reequilibrio de la economía mundial.

Además de sus aplicaciones actuales en la industria aeroespacial como propulsor de transbordadores, el uso del hidrógeno como carburante para vehículos de transporte por carretera lleva años investigándose y está completamente maduro.

Marcas como Honda, Mercedes, Toyota y Hyundai han elevado su apuesta por los motores impulsados por este combustible y ya ofrecen modelos que son una alternativa real e inmediata a los motores de combustión con clarísimas ventajas respecto al vehículo eléctrico.

El coche de hidrógeno es neutro en emisiones y ofrece las mismas prestaciones que los de cualquier otra tecnología, pero además el repostaje del tanque dura apenas unos minutos y ofrece la misma autonomía que uno de gasolina: hasta ochocientos kilómetros.

Por todo ello, ante el reto de avanzar hacia una economía neutra en carbono, donde las emisiones de CO2 y del resto de gases con efecto invernadero (como el metano, que algunas empresas energéticas andan ofreciendo como falsa alternativa en automoción) son muchos los que se preguntan ¿a qué estamos esperando para pasarnos definitivamente al hidrógeno? La respuesta seguramente esta en el IBEX.