Por increíble que pueda resultar, hay vida más allá de los partidos políticos. Hay otras formas de participar en política, todas ellas recogidas en la Constitución, que no pasan por fundar un partido y sumarte a las lógicas que impregnan estas organizaciones. Nepotismo, amiguismo y primacía de los intereses de los dirigentes y de los aparatos sobre los de la ciudadanía a la que dicen representar.

A nivel institucional también conocemos el funcionamiento de los partidos. Polarización, crispación e incapacidad para llegar a acuerdos porque viven de la discrepancia. La discrepancia establece un nicho de electores/clientes que son los que permiten el mantenimiento de los cargos.

Llevan tiempo sabiendo que es esencial una reforma de sus estructuras, aunque muchos siguen aplazándola. Deben renovarse, abrirse, recuperar su función directa de servicio a la ciudadanía y no a sus intereses. Pero cuesta, les cuesta mucho porque hay demasiados intereses en juego.

Sabemos que no es fácil salirse de estas lógicas. Pero también sabemos que fuera de los partidos hay muchas tierras democráticas por explorar. Los partidos se están acercando a su umbral de obsolescencia -solo uno de cada diez electores sigue confiando en ellos- y la ciudadanía reclama otras alternativas.

Las refundaciones ya no sirven porque acaban refundándose a sí mismos. Es por esto que debemos buscar nuevas fórmulas que permitan superar esas viejas y necrosadas estructuras. Y Madrid es el lugar propicio para ello.

La capital de España, que es punta de lanza de innovación en muchas cosas, también tiene que ponerse al frente de esta revolución. Madrid no puede estar al albur de los intereses de los partidos. Con un alcalde que en lugar de asistir a la cumbre del clima o a la presentación de un gran proyecto para la ciudad como es Campamento, se reparte entre los mítines de Feijoó y Ayuso, sus jefes orgánicos dentro del Partido Popular. Como tampoco tiene ningún sentido que el partido mayoritario del gobierno de España juegue a los dados en Madrid sin ofrecer una alternativa convincente a la derecha en la capital.

Pero no debemos resignarnos. Estamos a tiempo de construir alternativas que ofrezcan a los ciudadanos nuevas formas de intervención política al margen de los partidos.

La ciudad de Madrid debe liderar ese espacio, mostrando la viabilidad de un proyecto que no tenga intermediaciones partidistas ni estructuras orgánicas, ni enjuagues de intereses cruzados a distintos niveles. Una agrupación de electores (conjunto de vecinos que se ponen de acuerdo para presentar una candidatura electoral) centrada a tiempo completo en desarrollar políticas que mejoren el día a día de los vecinos, contando con voces expertas e implicadas en sacar adelante aquello que sea bueno para Madrid, vengan de donde vengan. Ya no es tiempo de pedir carnés a nadie.

Suena revolucionario, pero las agrupaciones de electores son tan válidas como los partidos para presentarse a las elecciones y ejercer la representación de los votantes. Lo que no comparten con los partidos son sus lógicas, sus estructuras y sus disciplinas cuarteleras. Una lista de vecinos de Madrid no tendrá dudas a la hora de elegir entre lo mejor para el partido o lo mejor para la ciudad y sus habitantes. Siempre primarán los intereses de los vecinos.

Esta es la propuesta que estamos construyendo de aquí a las elecciones de 2023. Una agrupación de ciudadanos que cuenta con especialistas en todas y cada una de las áreas que gestiona el Ayuntamiento, con perfiles únicamente en resolver problemas porque son los de su día a día y con una clara voluntad de hacer que la ciudad avance, genere riqueza, sea más verde y calmada, más accesible, tenga más árboles y lugares donde disfrutar y respirar un aire más limpio.

Madrid no es el lugar desde donde hacer oposición al presidente del Gobierno, sea del color que sea, ni el ring de luchas partidistas que acaban en tramas de espionaje y escándalos que solo contribuyen al descrédito de la política. Madrid tiene retos más que suficientes como para sufrir a quienes solo están buscando ascender o conservar el sillón otros cuatro años.

Madrid es una ciudad abierta donde hacen falta espacios políticos que no pregunten de dónde vienes sino a dónde quieres. Un lugar de acción política donde las personas son elegidas por lo que pueden aportar a la ciudad y no por ser amigos del jefe.

En las próximas elecciones habrá en Madrid, por primera vez en la historia, una candidatura de ciudadanos, más allá de los partidos políticos, expertos en gestión y unidos para situar a nuestra ciudad a la cabeza de las grandes capitales europeas. Un espacio libre de partidos políticos. Tenemos el convencimiento y la responsabilidad de estar abriendo camino.