Rajoy rompe su prudente silencio para embarcarse en una carrera desmedida de elogios hacia el ex presidente dimisionario que, lejos de favorecer su imagen, le comprometen a el mismo convirtiéndole en cómplice de sus mentiras.

Rita Barberá trata de convencernos de que el único pecado de Camps ha sido el de una magnífica bonhomía que le ha llevado a confiar en personas sin escrúpulos.

El presidente de las Corts valencianas, Juan Cotino, dice que Camps es una víctima de una cacería que dura más de dos años, y atribuye el papel de “gran cazador” a Rubalcaba. Y, como colmo del disparate, compara a Camps con Galileo Galilei. Eso si, sin contarle a la ciudadanía que fue la iglesia, de la que Cotino es un destacadísimo miembro, quien condenó al astrónomo, matemático y físico italiano. Este dato se lo guarda para no herir, supuestamente, las susceptibilidades del Opus Dei, donde el propio Cotino milita.

Por último ha sido el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, quien ha valorado positivamente la decisión de dimitir del ya ex presidente de la Generalitat valenciana, cosa que le honra como colega y que sería comprensible, si no fuera por el añadido de que “con su dimisión dignifica a los políticos”. Y lo que aún es mucho peor, que “Camps ha puesto muy alto el listón”. Debe referirse, sin duda, al listón de las “boutades” que los políticos son capaces de decir para tapar evidencias o para situarse en cabeza de esa carrera absurda del “yo voy a ser el más leal, para que no se diga”

Y es que parece como si todos estos alabadores estuviesen formando un coro de charlatanes como los del cuento del danés Hans Christian Andersen, cuyo título real es el de “El traje nuevo del Emperador” y cuya moraleja principal, entre otras que se puedan extraer de la narración, es que no porque muchos apoyen una gran mentira esta se convierte en verdad.

Hasta un niño, como en el cuento de Andersen, se da cuenta de que Camps va en pelotas por mucho que los gañanes traten de convencernos de que lleva puestos unos sutiles y elegantes ropajes, o por mucho que el pueblo entero vote a favor de esta absurda y falsa propuesta.

Victoria Lafora es periodisa y analista política