En junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones democráticas desde las elecciones de febrero de 1936. Conviene subrayar el dato porque el próximo 20 de noviembre se abrirán las urnas y los ciudadanos podrán elegir democráticamente a sus gobernantes. Con Franco vivo esto no pasaba.

El beneficiado a priori
La decisión del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de adelantar los comicios al 20-N ha conseguido, como mínimo, arrinconar definitivamente el debate sobre la conveniencia o no del adelanto electoral. Más allá de declaraciones concretas respecto a la fecha de las elecciones, que por lo general han oscilado sin compromisos intocables, el beneficiado a priori parece ser el Partido Popular, que venía pidiendo comicios adelantados desde hace muchos meses.

De puntillas
Sin embargo, Mariano Rajoy –en su comparecencia ayer ante los medios- pasó más bien de puntillas sobre esta cuestión. ¿Por qué? Porque probablemente el disgusto que le proporcionó el miércoles pasado la encuesta del CIS le haya bajado los humos no ya de sus puros, sino de sus quimeras. Su situación personal no es buena, ni mucho menos. Rubalcaba le vence sin apenas piedad, de arriba abajo y de abajo arriba.

Moderación al máximo
Le habrá tal vez recetado el gurú popular, Pedro Arriola, que con urgencia procure proyectar en público una imagen de moderación al máximo. El PSOE no tiene nada fácil la victoria. Pero el PP, tampoco. De modo que Rajoy estuvo ante los periodistas aparentemente relajado, tranquilo y hasta complaciente. Dijo en plan casi socialdemócrata: “Para nosotros el cambio es la recuperación económica, social y política de nuestro país y significa afrontar la crisis, superarla y crear empleo”.

“Nuevas actitudes”
No se le oyó  una sola palabra contra Zapatero o contra Rubalcaba. Habló de “nuevas políticas”, pero asimismo aludió a “nuevas actitudes”. El líder de la derecha abogó incluso  por un “Gobierno centrista” que sepa trabajar desde la “responsabilidad”, la “transparencia”, siendo “creíble, previsible y solvente.” ¿Un Gobierno centrista, dice Vd., don Mariano, que tratará de formar si gana las elecciones y puede gobernar? ¡A buenas horas, mangas verdes!

El viaje a ninguna parte
Lo mismo acostumbraba, de cuando en cuando, a anhelar José María Aznar, el padrino de Rajoy. El “viaje al centro” fue una  obsesión a ratos del expresidente conservador. Lo montó, lo exhibió pero el viaje al centro acabó siendo -como la novela y la película (1986) del inolvidable Fernando Fernán Gómez- “El viaje a ninguna parte”. O, para ser más exactos, un viaje hacia la derecha extrema, con toques de cornetín y xenofobia incluida.  Nos da la impresión, don Mariano, que llega tarde al tren del centrismo. Han tenido muchas ocasiones, en estos años, de ejercer de centristas tanto su partido como Vd. Y no lo han hecho. Tampoco ha sido, Vd. en absoluto, un adalid de la transparencia. ¿Le suena el vocablo Gürtel?

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM