Durante los últimos días la mayoría de informativos han recogido la noticia de que las principales aseguradoras del mundo han decidido hacer frente a la grave amenaza del cambio climático en una demostración de responsabilidad ambiental.

En ese sentido una de las principales compañías, Axa, ha anunciado a bombo y platillo que antes de que finalice la presente década destinará 12.000 millones de euros de inversión a aquellas empresas que actúen en favor del medio ambiente y contra el calentamiento global. Asimismo desinvertirá hasta 2.400 millones en las que obtienen más del 30% de sus ingresos del carbón o utilicen energía proveniente en más de un 30% de este combustible fósil.

Buenas noticias pues para las energías renovables y para aquellas empresas que han decidido apostar por el desarrollo sostenible y la economía circular. Pero no dejemos de atender a un aspecto muy importante: para una compañía aseguradora, invertir en la lucha contra el cambio climático es la mejor de las inversiones. Y no a futuro, sino a presente.

El 90% de los desastres naturales que se han registrado en Europa desde 1980 pueden relacionarse directa o indirectamente con factores meteorológicos o climáticos extremos, mientras que el 95% de las pérdidas económicas por sucesos catastróficos son a su vez una consecuencia de este tipo de desastres.

Huracanes y tifones, sequías, grandes inundaciones, grandes mega incendios… el cambio climático está detrás de todas estas catástrofes

Algunas de las principales aseguradoras advierten asimismo que el coste de los daños causados por estos fenómenos se está duplicando cada diez años, pasando de los 7.000 millones de euros en la década de 1980 a los más de 14.000 millones en los noventa y los cerca de 30.000 en la primera década del 2000. En lo que llevamos de segunda década ya se han rebasado los 50.000, por lo que las previsiones podrían quedarse cortas.

Estamos hablando pues de compromiso con el medio ambiente, sin duda, pero también de economía y de coste beneficio. El binomio ecología/economía se demuestra cada vez más indisociable, por lo que toda partida presupuestaria destinada a promover la mejora del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático debe ser entendida ya como una inversión. Una compra de futuros que hoy en día se demuestra más rentable y segura que nunca.

No existe ningún valor de mercado más sólido que el de la sostenibilidad. Los principales portales financieros definen como “valores refugio” a aquellos en los que se cobijan los inversores en épocas de turbulencias monetarias o políticas, un papel que se ha venido adjudicando tradicionalmente al oro.

Sin embargo, tal vez sea este un buen momento para reflexionar ante la oportunidad que se nos abre de reinterpretar el concepto de progreso y cambiar de paradigma, apostando por el oro verde: el desarrollo sostenible como el mejor valor refugio para reducir el alto coste de los desastres naturales.

Huracanes y tifones, sequías cada vez más persistentes y severas, grandes inundaciones, los grandes mega incendios de Australia, California, Chile o Portugal. El cambio climático está detrás de todas estas catástrofes, y el dinero, aunque ha tardado demasiado tiempo en darse cuenta, lo sabe, por eso se está volviendo ecologista.