Esta iniciativa –adelantada recientemente en Estados Unidos por otro multimillonario filántropo como Warren Buffet- merece, en efecto, quitarse el sombrero ante un gesto ciertamente de dignidad y de auténtico patriotismo. Pero a los elogios que, sin duda, generan acciones como las relatadas, habría que añadir otros aspectos colaterales tan interesantes como significativos. La decisión de estos ricos norteamericanos y, sobre todo, franceses de hacer “un esfuerzo de solidaridad” es  -al margen de consideraciones de todo tipo- una exhibición de inteligencia y de estrategia eficaz.

Cuatreros y aves de rapiña
En una situación de muy grave crisis económica que, como subrayan los potentados franceses “amenaza el futuro de Francia y Europa” [también obviamente el de EEUU y no pocos países más], lo más sensato es que los más ricos echen al menos una mano –en forma de impuestos- al Gobierno de turno y envíen  un mensaje de inequívoca confianza, a la ciudadanía, empezando por los sectores más débiles y más castigados de la sociedad.  Más vale, en determinadas ocasiones delicadas, que los que más poseen pierdan un poco de lo mucho que tienen para evitar así que el hundimiento general no se produzca. Sobre las catástrofes,  los tsunamis  o los maremotos no funcionan ni las empresas, ni las finanzas, ni nada de nada o casi nada. Sólo se benefician del caos los cuatreros y las aves de rapiña.



Éxito evidente
En España, las grandes empresas y las grandes fortunas han hecho posible, en buena parte,  el evidente éxito en Madrid –éxito desde la lógica del catolicismo integrista- de Benedicto XVI y el JMJ. Ha llegado ya la hora de que nuestros empresarios y nuestros banqueros hagan con urgencia “un esfuerzo de solidaridad” con el Gobierno para apoyar a los ciudadanos más vulnerables y emulen por tanto a sus colegas de EEUU y a sus colegas de Francia.

¿Golpe de salón?
Durante los últimos tiempos, los empresarios de cierto o de enorme relumbrón han entrado y salido de La Moncloa con frecuencia. El trato personal con el presidente del Gobierno ha sido fluido y correcto, aunque a punto estuvieron algunos de ellos, hace poco más de un mes, de plantarse ante José Luis Rodríguez Zapatero para exigirle que adelantara las elecciones y que se fuera, probablemente impresionados por dos artículos publicados por El País, muy críticos con el Ejecutivo actual. La sensatez se impuso finalmente y el intento de golpe de salón se quedó en agua de borrajas.

Hecho a tiempo
Francia ha hecho ahora, gracias a sus más importantes empresarios, aquello que tenía que hacer a tiempo. Como a tiempo hizo, en 1789, la revolución. El paso del antiguo Régimen –de raíces medievales- a un régimen de libertades dejó una marca democrática indeleble para honra de la República francesa. Estamos aún a tiempo de que los empresarios españoles hagan algo similar a lo del norteamericano Warren Buffet o a lo de los empresarios franceses. ¿Cuándo algunos prohombres de  negocios españoles dejarán de cargar -más en privado que en público- contra el Gobierno, sabiendo como saben perfectamente que el culpable no se llama Zapatero, aun con sus errores,  sino que se llama crisis, la misma que está movilizado positivamente a las grandes fortunas de EEUU y de Francia?

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM