La expansión de la energía solar fotovoltaica en España, vital para la transición energética, ha chocado con la preocupación de numerosos colectivos sociales. Bajo el lema "Energías renovables, Sí, pero no así", denuncian la pérdida de suelos cultivables y ganaderos debido a la instalación masiva de paneles a ras de suelo. Esta legítima inquietud subraya la necesidad de buscar soluciones que armonicen la producción energética con la sostenibilidad del territorio.
Agrivoltaica: Cultivando la energía y el campo
Una de las respuestas más prometedoras a este dilema es la agrivoltaica, un sistema que permite la coexistencia de paneles solares elevados con actividades agrícolas y ganaderas. Al elevar las estructuras fotovoltaicas, se optimiza el uso del suelo, permitiendo que por debajo se sigan cultivando cosechas o pastando animales. Esta solución no solo preserva el valor productivo de la tierra, sino que también puede generar sinergias. Por ejemplo, la sombra de los paneles puede reducir la necesidad de riego en ciertos cultivos o proporcionar refugio al ganado, mientras que la vegetación bajo los paneles contribuye a mitigar el efecto "isla de calor" y a mantener los módulos más frescos, mejorando su eficiencia.
A pesar de sus evidentes ventajas, la implementación y difusión de proyectos agrivoltaicos en España siguen siendo limitadas. Esto puede deberse a la falta de conocimiento sobre sus beneficios, a la necesidad de inversiones iniciales más elevadas o a la ausencia de marcos regulatorios específicos que incentiven este tipo de instalaciones. Es crucial que se promuevan iniciativas de investigación, desarrollo y demostración para validar su viabilidad económica y ambiental a gran escala.
Soluciones posibles: Paneles sobre carreteras, canales y vías férreas
Más allá del ámbito rural, existe otro potencial inmenso para la energía solar que apenas se explota: la instalación de paneles fotovoltaicos sobre infraestructuras ya existentes, como carreteras, canales de riego y líneas de ferrocarril. Esta alternativa ofrece múltiples beneficios y podría reducir significativamente la presión sobre el suelo agrícola y natural:
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Reducción del deterioro de infraestructuras: La cubierta solar protegería el asfalto o las vías del tren de la exposición directa al sol y a las inclemencias del tiempo, disminuyendo su degradación y, por ende, los costes de mantenimiento para las administraciones públicas.
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Ahorro energético para las administraciones: Las propias infraestructuras son propiedad de entes públicos, que podrían aprovechar la energía generada para su autoconsumo, reduciendo drásticamente su factura eléctrica. Pensemos en la iluminación de túneles, estaciones de peaje o sistemas de señalización.
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Menor consumo de aire acondicionado en vehículos y trenes: La sombra proporcionada por los paneles reduciría la temperatura en el interior de los vehículos que transitan por estas vías, disminuyendo la necesidad de usar el aire acondicionado y, por consiguiente, su consumo de energía o combustible. En el caso de los trenes, la reducción de la radiación solar directa sobre los vagones se traduciría en un menor gasto energético para climatización.
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Generación distribuida y menor impacto visual: Al integrarse en el paisaje urbano o de infraestructuras, estos paneles serían menos intrusivos visualmente que grandes extensiones de terreno cubiertas. Además, la generación de energía más cerca de los puntos de consumo reduce las pérdidas en la transmisión.
A pesar de estas ventajas claras, las iniciativas para cubrir estas infraestructuras con paneles solares son escasas. Es fundamental que las administraciones públicas exploren y promuevan activamente estas soluciones innovadoras, que no solo impulsan la transición energética, sino que también ofrecen un valor añadido significativo en términos de mantenimiento, ahorro y eficiencia.
Un futuro sostenible requiere creatividad y visión
El debate sobre la energía solar en España no debe limitarse a un "sí" o "no" a las macroinstalaciones en suelo. La clave está en la innovación y la diversificación de soluciones. Impulsar la agrivoltaica y aprovechar el vasto potencial de las infraestructuras existentes son pasos cruciales para construir un modelo energético más sostenible, que beneficie tanto al medio ambiente como a la economía y a la sociedad en su conjunto.