Decía el poeta Gabriel Celaya que “la poesía es un arma cargada de futuro”. Por supuesto, es una metáfora. Celaya era un progresista, y como todos los progresistas, era pacifista y rechazaba cualquier tipo de violencia que no viniera de la lucha a través de la palabra. Algo que algunos, los violentos, no entienden. Celaya se refería, en realidad, al poder del verbo, del diálogo, de la cultura, de la verdad. Todo eso que los dictadores, los totalitarios y los intolerantes persiguen, reprimen y prohíben, porque la información, el conocimiento y la cultura les delata. Es por eso que tienen terror a la libertad y a la cultura.

Y es por eso que en cualquier micro o macro fascismo se anulan las fuentes de información ajenas al grupo (que puede ser un gobierno totalitario, una dictadura, una religión, una secta destructiva o una simple relación afectiva de maltrato). Es por eso que la Iglesia prohibió la imprenta, y se pasó muchos siglos quemando libros. Es por eso que Franco, como cualquier dictador, impuso la censura y el veto a cualquier idea que no tuviera relación con sus monstruosas convicciones; es por eso que el franquismo llenó los textos escolares de “caras al sol” y de “dios, patria y rey”, y es por eso que hasta el día de hoy, saben más los alemanes y los franceses de la historia de España del siglo XX que cualquier español, porque 40 años después de la dictadura, no se enseña con imparcialidad ni cientifismo la Guerra Civil española y la terrible dictadura que la sucedió.

La censura ha vuelto tras cuarenta años de democracia, aunque, de manera solapada, nunca llegó a trascenderse del todo. Pero el asunto ha ido a mucho más. Han vuelto los vetos ideológicos en ayuntamientos en los que gobiernan PP y Vox. En la Comunidad de Madrid se ha vetado una adaptación teatral de la novela Orlando (1928), de Virginia Woolf. Una adaptación que ha sido premiada en diversos certámenes teatrales, y finalista de los Premios Max en 2019. Han vetado una obra de la literatura universal, y de una autora inglesa reconocida en todo el planeta.

Ha sido el veto que más ha trascendido en los medios, pero no han parado de aumentar por todo el país el número de obras suspendidas por parte de ayuntamientos de PP y Vox. Por ejemplo, la película infantil Lightyear, en Santa Cruz de Bezana, La Villana de Getafe, de Lope de Vega, en un Ayuntamiento de Madrid, porque dicen que “aparecen insinuaciones sexuales”; en Briviesca ha sido cancelada una obra de teatro que homenajeaba a un maestro republicano, y ha sido vetada también una obra que trata sobre la anorexia (Anuda, radiografía de un trastorno).

En estas circunstancias, es obligado levantar la voz. El sector cultural se ha unido en la defensa de la cultura, que sólo es entendible en el marco de la libertad de pensamiento y de expresión. Pretenden crear una plataforma que dé cabida a todos los ámbitos culturales, y de momento, en plan emergencia, llevar a cabo un movimiento de acciones coordinadas en redes sociales contra “el retorno de la censura que atenta contra la libertad de expresión”. Desde cineastas, como Pedro Almodóvar, a escritores, como Leticia Dolera, pasando por actores, políticos y, en general, gente de la cultura, se han movilizado exigiendo el cese de vetos y censuras por parte de la derecha neoliberal y la extrema derecha, que tanto monta; y pidiendo el voto progresista el próximo día 23, porque sin cultura y sin libertad de expresión no hay democracia.

Una de las voces que se ha sumado a la repulsa general contra la censura que está resucitando la derecha es la voz maravillosa de la actriz Marisa Paredes. En el acto de inicio de campaña de Sumar en A Coruña, la actriz ha hecho un discurso lleno  inteligencia, de dureza y de emoción contra la censura que están imponiendo en muchos lugares del país. ¿Pero qué es esto? ¿Cómo pueden tener tanto miedo a la libertad, a la cultura?, se ha preguntado llena de indignación. Los vetos tienen que ver con una represión y una impunidad que les hace creer que son los dueños del país, del alma de la gente, y que pueden hacer las mayores barbaridades con toda tranquilidad, ha continuado. “No tienen sentido de la moral de la vida, no conocen lo que es la moral”, concluía la actriz.

Efectivamente, quienes reprimen, censuran, vetan, prohíben, controlan y mienten continua y reiteradamente  no tienen sentido alguno de la moral, por más que la lleven, su falsa y artera  moral, como bandera. Percibo que medio país está aterrado, y no es para menos. Decía hace unos días en una entrevista el gran actor Emilio Gutiérrez Caba, refiriéndose al nuevo gobierno de la Comunidad Valenciana, que “la prueba de que nuestra democracia ha fracasado es ver a un torero franquista como consejero de Cultura”. Es un ejemplo, un símil, una metáfora del retroceso terrible que nos puede ocurrir a todos a partir del próximo día 23. Espero y deseo que no retrocedamos a esa terrible España negra que es un reflejo de lo peor de este país, de lo peor del ser humano.