“Luis sé fuerte”. Eso le dijo Rajoy de su puño y letra al tesorero Luis Bárcenas condenado por corrupción. Conversación publicada y difundida. ¿Y qué pasó? Nada. Ahí se mantuvo Rajoy contra viento y marea, como si no fuera con él, como si el dinero que se movía en su partido en la más negra oscuridad con destino a los bolsillos interesantes de Génova y sus aledaños, la denominada Caja B reconocida por sentencia de la Audiencia Nacional, fuera ajena a la realidad.

Ahora, en cambio, una conversación de hace nueve años, en la que participa la actual ministra de Justicia, Dolores Delgado, cuando la media docena de protagonistas que la mantuvieron tenían una entidad menor, grabada por un delincuente hoy preso, el ex comisario José Manuel Villarejo, troceada y utilizada cuando al PP le ha venido bien, es motivo de reprobación, de difamación e infundios y exigencias de dimisión.

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Como la mayoría de los integrantes del gabinete de Sánchez, Delgado es una persona muy incómoda para la derecha más rancia. Más, teniendo en cuenta su progresismo y sus reivindicaciones para el mundo judicial. La mesa está servida para el ataque furibundo de los peperos.

Apeados del Gobierno por la moción de censura que sobrevino a la condena Gürtel, las huestes de Casado se revuelven intentando volver a sus sillones, a sus prebendas

Apeados del Gobierno por la moción de censura que sobrevino a la condena Gürtel, las huestes de Casado se revuelven intentando volver a sus sillones, a sus prebendas. Son millares los que se encuentran ahora desprotegidos, pagando coches de alta gama, chalés o divorcios sin el colchón de un puestecito en la administración, sin la garantía de una subvención para sus asuntos empresariales o periodísticos. Luis fue lo suficientemente fuerte para que Rajoy aguantara, pero la realidad se impuso a las bambalinas desmoronando el chiringuito. Ahora andan a la desesperada y arremeten como pueden. De ahí el espectáculo dantesco que estamos presenciando de acoso y derribo de una excelente profesional de la Justicia a través de la cual que continúan intentando socavar al gobierno. Dan igual las formas. ¡Y vaya formas!

De la naturaleza se aprende mucho. Cuando no tienen alimento, las hienas entran en las poblaciones y comen todo tipo de basura. Son muy cobardes cuando la presa se les enfrenta. Si consiguen hacerla correr se envalentonan y la persiguen en grupo. La separan de la manada, le mordisquean las patas. Cuando ya su objetivo no puede más y cae al suelo cansado y desangrado, se tiran encima en tropel y lo destrozan. Consciente de esas verdades, Rajoy mantuvo ahítas a sus hienas. Ahora Casado las ha dejado sueltas. Hay que hacerles frente con dignidad.