¡Abajo la cortesía! ¡Terminemos de una vez con los buenos modales! Esta es la fórmula de éxito de la cadena australiana de hamburgueserías Karen’s Diner, que abrió el año pasado su primer establecimiento y en un año ha logrado inaugurar diez franquicias repartidas por Australia, Inglaterra y Estados Unidos.

Sus promotores han decidido con buenos resultados explotar la cara B o el lado oscuro del marketing emocional y proporcionar junto a una buena materia prima una dosis adicional de emociones fuertes. La experiencia ha divertido a los clientes. Ya no hay que preocuparse porque un camarero tenga un mal día y le suelte una fresca a los de la mesa 12, la clientela tiene barra libre también para despacharse a gusto con el personal de servicio.

La mala educación de la extrema derecha global y su elogio de la incorrección política, social y cultural contamina los hábitos más cotidianos y consigue banalizar la peineta y el corte de mangas como un elemento más del lenguaje no verbal.

Los hamburgueseros australianos han sabido diferenciar su oferta y han encontrado una  demanda a la que le resulta divertida su propuesta. Lamento por adelantado que esta columna pueda dar ideas a los asesores parlamentarios de Vox, aunque su caja de herramientas tiene un abundante repertorio ya probado de exabruptos, insultos y provocaciones.

En noviembre de 2020, el parlamentario andaluz de Vox, Alejandro Hernández, mandó a tomar por culo (sic) a la presidenta del Parlamento, Marta Bosquet, sin consecuencia alguna porque la insultada minimizó el incidente, pese a que no se representaba a sí misma sino a la institución, claramente menospreciada. En aquella ocasión, PP y Ciudadanos se hicieron los sordos porque dependían de los votos de la ultraderecha.

La semana pasada en el Congreso de los Diputados, el PP calló ante los improperios y sólo se oyó la voz de Cuca Gamarra y algunos populares sueltos a la hora de censurar el insufrible comportamiento de la bancada ultra contra la ministra Irene Montero.

Que no se confundan los estrategas del odio y la mentira, los restauradores australianos ofrecen un producto de calidad servido por unos camareros maleducados, aquí la oferta facha es pura política basura.