Durante la dictadura, el PSOE siguió existiendo a trancas y barrancas en España y fuera de España, pero siguió siendo PSOE. Aquella derecha, en todo o en parte, se convirtió en FET y de las JONS.
Iniciada la democracia, el PSOE volvió a aparecer en escena con traumas durísimos por las diferencias entre el “interior” y el “exilio”. La derecha decidió cambiar de nombre y llamarse AP (Alianza Popular).
Derrotada AP elección tras elección, la derecha cambió su estrategia. Y cambió de nombre: ahora es PP (Partido Popular). El PSOE siguió llamándose PSOE.
Hemos llegado al tiempo final de Rodríguez Zapatero y al inicio de un proyecto Rubalcaba; pero el PSOE se sigue llamando PSOE.
Los militantes (hoy) del PP acusan a Rubalcaba de que su proyecto es lo mismo que era en el tiempo de Zapatero o en el de González porque él estaba allí. Esos militantes del PP ya no se acuerdan de que ellos antes eran CEDA, luego (muchos) FET y de las JONS, más tarde AP y sólo hace unos años PP. Y muchos militantes del PP estaban allí.
El PSOE nunca cambia de nombre y respeta su pasado aunque vaya adaptando su quehacer político a cada tiempo. La derecha, cuando cambia de estrategia, tiene que cambiar hasta de nombre.
El PSOE que va a dirigir Rubalcaba es el mismo que el que está dirigiendo Zapatero o el que lo hizo González o el que dirigió Llopis o fundó Iglesias; lo importante es que -manteniendo unas ideas básicas- se va adaptando a los cambios de una sociedad que progresa como la española.
Que la derecha no critique al PSOE por saber adaptarse a cada tiempo sin cambiar lo fundamental (incluido el nombre); que el PSOE no quiere copiar el modelo de la derecha en el que se puede cambiar todo, incluido el nombre, para intentar seguir siendo el mismo poder.
Luis Solana es militante socialista y promotor de Nuevas Tecnologías
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