De nada le sirvió al PP esta estratagema, que únicamente dio nuevas excusas a la insaciable voracidad de los mercados financieros, sin que, por otra parte, el PP lograse hacerse con el tan ansiado poder en Andalucía, a pesar de su triunfo relativo en las urnas, quedando por lo demás en tercera posición en Asturias. El para el PP tan codiciado giro a la derecha de la ciudadanía andaluza no se produjo, y tanto allí como en Asturias los resultados de la derecha quedaron muy por debajo de lo esperado por el partido del Gobierno.

Desde entonces no han dejado de producirse hechos adversos para el PP, que asiste con creciente perplejidad a la sucesión de todo tipo de informaciones contrarias a nuestros intereses nacionales. El Gobierno presidido por Mariano Rajoy da constantemente palos de ciegos, se mantiene en el poder sin rumbo aparente y con contradicciones internas incesantes, con declaraciones de ministros y otros altos cargos que se ven desmentidas por la realidad de los hechos e incluso por declaraciones de otros ministros u otros altos cargos, ya sean estos del propio Gobierno o del partido.

Todo apunta a una sensación preocupante de desgobierno general, de improvisación permanente, de caos absoluto y constante. Ya no se trata sólo del incumplimiento reiterado y flagrante de todo tipo de compromisos electorales, esto es de promesas públicamente hechas hace apenas cinco meses. Se trata sobre todo de que ninguna de las drásticas medidas hasta ahora adoptadas por el Gobierno del PP ha dado hasta ahora ningún resultado positivo, no ya en creación de nuevos puestos de trabajo sino tampoco en la percepción que tienen los mercados financieros de la economía española. El abaratamiento del despido y la práctica liquidación de todo nuestro derecho laboral no ha dado ni dará ningún resultado positivo, mientras que ha tenido ya como consecuencia directa una importante huelga general y, más importante sin duda, gran número de manifestaciones masivas de protesta, con la radicalización de algunos sectores sociales, en especial los jóvenes. La vergonzosa amnistía fiscal, unida al aumento de impuestos y tasas y a graves recortes en sanidad, educación y prestaciones sociales, contribuye también a esta radicalización creciente de nuestra sociedad. Y todo ello mientras la prima de riesgo continúa con su escalada incesante y los mercados financieros siguen sin confiar en la economía española.

Ante una situación como esta el PP, y con él muchos de los medios de comunicación que le apoyan, reclaman y exigen el apoyo del PSOE a la política del Gobierno presidido por Mariano Rajoy, trayendo a colación los históricos Pactos de la Moncloa de los inicios de la transición. Olvidan, no obstante, que aquellos pactos se basaron en el consenso político y social, mientras que lo que ahora se reclama y exige es que la oposición, y en especial la izquierda política y social, se pliegue al dictado de un partido, el PP, que cuenta ya con una cómoda mayoría absoluta. Una mayoría absoluta que no parece serle de ninguna utilidad. Porque lo que estamos viviendo y padeciendo ahora en España es un fracaso anunciado, el de la dócil sumisión a la dictadura ultraliberal de los mercados.

Jordi García-Soler es periodista y analista político