Esta gente defiende la caza y por eso se echan en cuadrilla dominguera al monte, como los personajes de la película de Saura, y al final de la jornada de soles y tomillo les bambolean en la canana una liebre y un par de rojos, que se ve que los rojos no son una especie protegida. Esta gente de orden y escopetas ha venido a purificar el país, pues los socialistas, inmigrantes y otras alimañas les comen a los hortelanos de El Ejido los tomates cherry y hasta la boina.

Y eso no puede ser, se enfurece Abascal, exagerando ese perfil entre yiddish y euskaldún que gasta. Hay que gritarle a toda la ralea progre que en España las ayudas son para los españoles, sigue don Santi, no para la morisma de hijab y chilaba que pretende quitarnos el Generalife. Y, si hay que pegar cuatro tiros en Twitter, se pegan. O donde sea. Claro que sí. Se pegan y cuatro rojazos al ajillo más a la cazuela. Que, si él no pone orden marcial y abascal en este sindiós que es España, no lo va a poner Rivera y menos aún Casado, ahora que la señorita Rottenmeier le está dando clases por ver si se lo devuelve mansueto y centrado a Juan Vicente Herrera, aunque lo malo es que el centro del PP jamás se ha movido de la derecha económica de Milton Friedman ni de la levítica de Fraga.

A quien no le importa ni poco ni mucho el centro es a mi entrañable Ortega Smith, que es como el padrino friki y mal ilustrado de Vox. Ortega Smith empezó disparatando con la Reconquista y va a acabar disparando contra España, que para eso fue boina verde con el Cid en la batalla de Cuarte. Este hombre vive en una actitud ultra permanente y está, por tanto, dispuesto a impedir que la mezquita de Córdoba se nos islamice del todo y que los jubilados sorban té con hierbabuena mientras el marcapasos se les acelera con la misma rapidez con que se levanta la nueva burbuja del ladrillo, que nos estallará, como la otra, en plena cara. Porque aquí, dicho sea de paso, siempre resolvemos el desempleo del mismo modo. O sea, poniéndole una pajarita de camarero a un señor que viene de Murcia o entregándole un casco de obra al ucraniano low cost que huye de la guerra fratricida en el Donbáss.

Cultura de verdad va a haberla cuando Ortega Smith se presente en el Parlamento vestido con la pelliza prerromana y norit de Viriato

Esperemos que Sánchez tome nota y que no se olvide de que le ha votado mucha clase media y trabajadora. Pues bien está que el paro descienda, pero mal que no se creen empleos duraderos ni de calidad. A ver si deroga de una santísima vez la reforma laboral de Rajoy, que Marx y los pobres mueren un poco más cada día en el Ibex 35, no sea que tenga que volver Javier Krahe a cantarle por mentiroso, como hizo con aquel socialista fingido que iba a espantar del país los protones yanquis de la OTAN. 

Y que Sánchez invierta más en sanidad, le piden en su testamento los octogenarios antes de diñarla en las colas de la Seguridad Social, que con Franco se moría mejor. Y más en educación, le exigen los padres. Y más en cultura, le reclaman los poetas. Que es muy preocupante que tengamos la segunda tasa de abandono escolar más alta de Europa, que cada vez hablemos y escribamos peor, que las enfermeras se nos marchen a Londres, los ingenieros a Alemania y los investigadores a curarles el cáncer albino a los cobayas de Houston. Pero se conoce que algunos piensan que aquí ya tenemos lumbreras y cultura de sobra con la que nos sirve Netflix.

Ahora bien, cultura de verdad va a haberla cuando Ortega Smith se presente en el Parlamento vestido con la pelliza prerromana y norit de Viriato y nos dé una homilía historicista y se lleve después a los toros, cogida del bracete, a Carmen Calvo y olé. Con todo, sería de agradecer que Carmena, cuando le gane las elecciones al cavernario y tabernario Martínez-Almeida, multiplique la oferta cultural, por si acaso no fuera suficiente con los toros y la caza, y diseñe más zonas verdes. Sobre todo, zonas verdes. Hay que aumentarlas no solo para los gorriones y los ciclistas, sino para que paseen por ellas nuestros clásicos, Nebrija y Lázaro Carreter, por ejemplo, a ver si así le enseñan ortografía al señor/señora/señorita/señorito de Vox (¿me dejo a alguien?) que redacta los tuits verdes del partido ultra. Claro que Franco no era precisamente académico de la Lengua y ganó una guerra, mire usted. Lo mismo es que mi admirado y atrabiliario Gustavo Bueno está en un error y la cultura solo consiste en poner el trabuco de Curro Jiménez al lado de una foto de Manolete. Sea como sea, una cosa está clara: los libros y los linces se extinguen antes que los fascismos. Y que las faltas de ortografía.