Este 14 de noviembre, Carlos Pacheco habría cumplido 61 años. Se quedan cortas las palabras para definirle, y para imaginar no poder compartir con él charla, proyectos, amistad y vida.  Para muchos Carlos Pacheco era una de las mayores estrellas españolas del cómic norteamericano y, hace 30 años, fue la punta de lanza de la entrada de los autores españoles que ahora trabajan allí. Él mismo abrió la puerta, no sólo con su magnífico trabajo, sino implicándose personalmente en que la multinacional Marvel o DC prestara atención y contratara sus compatriotas. Dibujó las series de casi todos los grandes personajes de Marvel y DC, desde La Patrulla X a Superman, y fue el gran referente de las generaciones que lo siguieron. Él se definía como “un dibujante de historietas al que lo que más le interesa es contar historias”. El dibujante gaditano Carlos Pacheco falleció el pasado miércoles a los 60 años, en su tierra de San Roque. Hace apenas dos meses anunció que sufría esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Los amigos nos quedamos conmocionados, pero nunca pensamos una evolución tan rápida y letal. Quiso hacerlo público, para visibilizar la enfermedad, lo que provocó una auténtica oleada de solidaridad en las redes sociales.  Es lo que hay y es a lo que hay que enfrentarse. Es un inesperado giro de guion en mi vida, cierto es, pero que no hace que me siga sintiendo afortunado por todo lo vivido, por las experiencias que he tenido, los logros conseguidos y las personas con las que he tenido la fortuna de cruzarme. En definitiva, una vida que ha ido más allá de los sueños más locos de aquel chaval que un día fui, aseguró con un gesto más de nobleza y altura moral.  Hace apenas unos días, el 2 de noviembre, agradecía en su Twitter el último premio que había recibido, el de la Asociación de Autores de Cómic a toda una carrera. Descubrimos a Carlos Pacheco cuando empezó a colaborar, a finales de los 80, con Forum, la editorial que publicaba entonces los cómics Marvel en España. Allí realizó numerosas portadas y pósteres de personajes de la editorial, como La Patrulla X, Los Vengadores o Los 4 Fantásticos.

En 1993 fue contratado por la división británica de Marvel Comics, donde se dio a conocer para el público anglosajón con su primera serie, Dark Guard. Lo curioso es que su salto a Estados Unidos, en 1994, fue con The Flashen una recordada saga de la competencia, DC Cómics. Aunque Marvel lo recuperó enseguida para dibujar colecciones como Bishop, Universo-X, Excalibur y los Cuatro Fantásticos. Pero no abandonó el mercado español y, a mediados de los 90 creó, junto a Rafael Marín, las series Iberia Inc. y Tríada Vértice (Planeta DeAgostini). Una verdadera saga de personajes con equipo de superhéroes españoles que, en algún momento fantaseamos con resucitar con nuevas tramas y personajes.  Ya convertido en una estrella de Marvel llegó a guionizar y dibujar (junto al mismo Rafael Marin, con quien creara los personajes hispanos) una etapa de Los Cuatro Fantásticos (2000-2002). Su último trabajo para Marvel, en esta primera etapa, fue su participación en el especial Héroes, el libro dedicado a la recaudación de fondos para la American Red Cross con motivo de los atentados del 11 de septiembre del 2001. Tras eso, firmó un contrato con DC donde dibujó a sus mayores héroes, Superman y Batman. Fue entonces cuando conoció al guionista Kurt Busiek (Astro City), junto al que creó su obra más personal y recordada: Arrowsmith. Unos comics con personajes de culto, mucho más después de que el protagonista de la famosa serie The big bang Theory lo citase como su tebeo favorito. En ella nos trasladan a un 1915 alternativo para narrar las aventuras de Fletcher Arrowsmith, un soldado que lucha en una I Guerra Mundial muy diferente a la que conocemos, ya que utilizan magia y dragones para enfrentarse al enemigo. Un cómic que fue nominado al Eisner a mejor serie limitada. Desde entonces ha dibujado decenas de cómics en los que siempre demostró su compromiso con su trabajo, redefiniendo a personajes como la Capitana Marvel, cuyos orígenes actualizó con motivo del estreno de su película. Estos comics y sus dibujos sirvieron para el storyboard de dicha película, así como muchas de sus sagas sobre los Vengadores para las películas más taquilleras de Marvel, Avengers, End of Game, donde figura incluso en los créditos de los agradecimientos.

En cada entrevista, Carlos Pacheco nos ofreció lecciones de oficio y de vida para cualquiera que se quiera dedicar a los cómics: “Un dibujante tiene que saber dibujar cualquier cosa. Muchas veces, gente que quiere trabajar en esto, me trae dibujos para pedirme opinión y son todos de personajes a una página. Pero lo más importante es saber narrar, porque los dibujantes somos narradores, no solo ilustradores”. Pocos saben que, además, era un apóstol enamorado de su cultura andaluza. Convenció a algunos de los mejores dibujantes españoles de comics, que le debían la mayoría la entrada en las grandes compañías, para hacer una serie de tebeos para la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, sobre personajes del mundo del flamenco y la copla. La Agencia andaluza para el desarrollo del Flamenco le hizo el envite, y él sacó adelante esa colección, reservándose para sí, y para sus lápices, hacer un comic sobre Bambino. Talentosísimo, generoso, nunca pidió nada para sí pero sí para otros compañeros, y se va sin el Premio nacional de Comic, lo que desluce al premio nacional, no a él. Divertido, cultísimo sin petulancias, transgresor y comprometido. Nos deja con ganas de más. Con ganas de más él, como artista y persona, compartiendo charlas apasionantes y proyectos con los amigos, y su queridísima, mi querida Desiree Bressend, fiel y dedicada compañera y colaboradora de sus últimos años. Sé que es un lugar común, que no sirve de nada, y que no es políticamente correcto, pero Carlos no lo era: con tanto HP sin más talento que para hacer daño, para destruir fronteras, países, familias, amigos… qué cabronada que siempre se nos vaya tan pronto la gente buena y talentosa. Si existe el más allá, estarás, como si te viera, tomando unas copas con tu amigo Stan Lee, al que convenciste para que te fuera a ver a Madrid y al que hiciste de guía por nuestras calles. Te espero en la coctelería de siempre, amigo.