Si no fuera porque, salvo excepciones,  les falta nivel intelectual y moral, uno pensaría al analizar lo visto y oído en la reciente investidura del ya Presidente Pedro Sánchez, que estaba asistiendo a una mala función de teatro. Era en estas fechas cuando, al calor de la Navidad, se representaban ciertos autos sacramentales que popularizaron de nuevo el género escénico en los Siglos de Oro, tras de su casi olvido y desuso después de  su importancia en el mundo clásico. La política no fue ajena a las representaciones, incluso en las aparentemente más piadosas, como en la archiconocida pieza de Pedro Calderón de la Barca, El Gran teatro del mundo.

En uno de sus pasajes dice: “No olvides que es comedia nuestra vida/y teatro de farsa el mundo todo/que muda el aparato por instantes/y que todos en él somos farsantes […] pues solo está a tu cuenta/hacer con perfección el personaje,/en obras, en acciones, en lenguaje;”. No con demasiada pericia en la mayoría de los casos, pero lo que sí está claro es que cada cual interpretó su papel. Por no faltar no faltó ni la indignidad de los representantes de Vox, fieles a su falta de respeto por los demás y la carencia de humanidad que, ante la noticia del diagnóstico de un cáncer en una de las diputadas de los Comuns, Aina Vidal, daban, la callada por respuesta.

No puede sorprendernos después de su ideario, propuestas y los antecedentes, como cuando una víctima de violencia de género en silla de ruedas interpelaba a uno de los integrantes de la formación de Abascal, ante la evidente cara de asco y desprecio de este. No faltaron, eso sí los vivas a España, y al Rey, en una impostura y sobreactuada versión barata de los arquetipos del cine franquista de los años cuarenta. Flaco favor le hacen al jefe del Estado, Felipe VI, que, como bien recordó el diputado del PNV, Aitor Esteban, que ha ganado adeptos incluso entre los que no somos fans del nacionalismo de ningún tipo, es quien encargó al líder del PSOE tratar de formar gobierno después de haber ganado las dos últimas elecciones. "En este Congreso, acerca del Rey se han dicho muchas cosas, y mucho más desfavorables que las que se han podido verter anteayer. Y así debe poder seguir siendo, porque la Jefatura del Estado no es más que una institución más sometida a crítica", argumentó Esteban. Que recuerden si no lo que decían del emérito  rey Juan Carlos y del actual, los amiguitos mediáticos de los presuntos paladines de la monarquía…

Desde las gradas virtuales de las redes, no tardaron en dar respuesta a las escenificaciones y manifestaciones de inhumanidad, que definen, una vez más, a quienes las representan desde el carpetovetónico partido Vox. La alcaldesa socialista del municipio malagueño de Benaoján, Soraya García Mesa, que conoce bien por experiencia propia los estragos de esta dolencia, escribía en sus redes: “tengo un sabor muy agrio tras presenciar el momento que para mí ha sido más repugnante, emético y vergonzoso, que se ha producido en el Congreso esta mañana, y mira que el listón algunos ya lo habían puesto bajo... Que todo el hemiciclo prácticamente se haya puesto en pie, en un ejercicio de humanidad para aplaudir a Aina Vidal, cuando Pablo Iglesias justamente al comienzo de su intervención le ha agradecido su presencia; excepto los miembros de Vox, añade el toque pestilente que deja clara la catadura humana y moral que tienen estos pseudopolíticos. A veces el Cáncer invade nuestro organismo...Otras, usa los cauces democráticos y se nos cuela en las instituciones…”

Valiente y certera analogía, pues, como las células tumorales, algunos partidos se disfrazan de sanos elementos de cohesión del organismo, para destruirlo desde dentro. Como los tumores, los integrantes de VOX y su veneno ideológico se multiplica en las instituciones para matarlas. Qué curioso que, los que también pretenden dinamitar el estado y la integridad del país, los independentistas radicales catalanes de la CUP y Vox, votasen lo mismo en la sesión de investidura. A veces la política hace extraños compañeros de viaje pero casi siempre, inmortaliza retratos fidedignos e incontestables.  El estoico filósofo cordobés Séneca, que prefirió suicidarse a hacerle el juego al demente Emperador Nerón, escribió: “Ninguno de esos que ves vestidos de púrpura es más feliz que aquellos a quienes la ficción escénica hacen que lleven cetro y clámide; ufanamente a presencia del pueblo pasearon coturnados y solemnes; pero así que abandonan la escena se descalzan y vuelven a su estatura [...] La vida es drama, donde importa no cuánto duró, sino cómo se representó.”. Los hechos nos acaban retratando a todos, más que nuestras palabras. La vida nos acaba descalzando sin distinciones, bajando de los pedestales, y las acciones nos definen para siempre. Los papales están repartidos y, aunque los villanos puedan ser literariamente fascinantes, no dejan de ser inhumanamente despreciables.