La OCDE señala que en el conjunto de los estados miembros el diez por ciento de los ciudadanos que tienen un mayor nivel de renta perciben nueve veces más de ingresos que el diez por ciento de los ciudadanos con menor renta. Este importante aumento de la desigualdad económica afecta incluso a algunos países como Alemania, Dinamarca y Suecia, en los que tradicionalmente ha existido una mayor igualdad económica y social. En España este desfase es actualmente de once a uno, peor sin duda que en Alemania y Francia, pero algo mejor que en Estados Unidos, Reino Unido y Portugal.

La implacable dictadura de los mercados financieros, con su insaciable voracidad, ha puesto contra las cuerdas a los gobiernos democráticamente elegidos, a los que les dictan unas políticas económicas basadas exclusivamente en unas austeridades presupuestarias que comportan importantes recortes de todas las políticas sociales conquistadas durante muchas décadas. La dramática consecuencia de todo ello es lo que el propio secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, destacaba en París con motivo de la presentación de este informe: “El contrato social se está empezando a deshacer en muchos países”.

A un ritmo vertiginoso se suceden las informaciones que ponen en evidencia la gravedad de la situación. A pesar de las drásticas medidas de austeridad presupuestaria dictadas y puestas ya en marcha, una agencia de calificación como Standard & Poor’s amenaza ahora a toda la zona euro con una rebaja general de calificación. Una rebaja que en este caso afectaría incluso a países como Alemania, Francia, Holanda, Austria, Finlandia y Luxemburgo, esto es los estados miembros de la Unión Europea (UE) que hasta ahora han tenido siempre mayor nota crediticia.

Ya viene siendo hora de que los políticos, como legítimos representantes de la voluntad popular, sepan enfrentarse a la dictadura de los mercados financieros y respondan con las medidas políticas y legales necesarias para poner fin a la voracidad especuladora que nos está conduciendo al borde mismo del precipicio, con unas consecuencias sociales cada vez más dramáticas. La simple austeridad presupuestaria, sin correcciones redistributivas a través de potentes políticas fiscales, nos condena a retroceder a una situación de tanta desigualdad económica y social como la existente setenta años atrás, antes de la Segunda Guerra Mundial.

Jordi García -Soler es periodista y analista político