Dicen que el torero Cagancho, famoso por espantadas varias, quedó tan mal en plazas como la de las Ventas, Albacete o Almagro, que hubo conatos de meterle fuego a la plaza de toros, y que en varias ocasiones tuvo que ir la Guardia Civil para obligarle a torear. De ahí viene la expresión “quedar tan mal como Cagancho en Albacete”, o “quedar tan mal como Cagancho en Almagro”. El rasgo distintivo de Cagancho era su falta de valor, lo cual provocaba espantadas varias, y carreras descompuestas delante del toro. Algo así le ha pasado al pusilánime alcalde de Madrid, José Luis Martinez-Almeida, con la ciudadanía madrileña, y con los organizadores del Orgullo en la capital. Prueba evidente más de que este señor, deshecho de tienta de su partido, por seguir con el argot taurino, no debió ser nunca primer edil de la ciudad, y no lo habría sido de no ser por los apoyos de Ciudadanos y VOX, de los que es rehén. Almeida siempre ha sido un político de tercera, en una plaza de primera, que se arruga frente a la oposición, frente a su compañera de partido y lideresa Ayuso, y ante sus propios socios de “gobierno Frankenstein”, término que les gusta tanto usar a sus correligionarios del PP, con los gobiernos de coalición de izquierda.

El nuevo sacrificio, o bajada de pantalones de Almeida ha sido con el colectivo LGTBIQ+, por exigencia de VOX, y él ha cumplido sin rechistar. No ha importado la tradición de estas fiestas que convierten a Madrid en capital internacional de la diversidad, ni los muchos millones que deja en la capital ese encuentro. Tampoco la evidente sensatez y corresponsabilidad de sus organizadores, que lo pospusieron de su fecha habitual, el 28 de junio, al celebrarse en la capital el encuentro de la OTAN por evidentes cuestiones de seguridad. Los asistentes al pregón del Orgullo LGTBITQ+, que dio la eurovisiva Chanel, que agradeció en él “la experiencia de todos los hombres y mujeres que había amado”, reunidos en la plaza Pedro Zerolo, han coreado este miércoles, en el arranque de la celebración, “Almeida, capullo, devuélveme el Orgullo” después de que la maestra de ceremonias, La Plexy, lo haya manifestado desde el escenario: “Si me está mirando Almeida, qué gilipollas has sido, con lo fácil que lo tenías”, que lamentó la cancelación de los conciertos en la Plaza del Rey por parte del Ayuntamiento, pese a la ciudad tan “encantadora” que está regentando el alcalde y que “acoge a todo el mundo”. Por su parte, la presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTBI+), Uge Sangil, ha aseverado que “la ultraderecha” no les callará, al tiempo que ha reiterado que Almeida “no es el alcalde de todos los madrileños”. “Nos va a ver pasar por delante del Ayuntamiento, con Orgullo y visibilidad”, ha asegurado a continuación. En la tarde del martes, la organización publicó un comunicado cargando contra el Ayuntamiento por “limitarse a ampliar los límites sonoros establecidos”, en vez de aplicar una exención integral como hizo la exalcaldesa Manuela Carmena entre 2016 y 2019, decisión que según MADO “compromete seriamente la viabilidad y la celebración” del festejo “con todas las garantías de seguridad”.

Evidentemente Almeida no es Carmena, ni en altura moral, ni en inteligencia, ni en sensibilidad. Almeida es un impostor tibio, que no ganó las elecciones al consistorio madrileño como sí hizo Carmena, y que se hizo con la alcaldía comprometiendo las libertades de los madrileños por tener su culo escuálido sentado en el asiento de primer edil, aunque no ejerza como tal, preso de sus apoyos.  Almeida no acudió al pregón del Orgullo, como al torero Cagancho no le van a dar, precisamente la medalla al mérito del valor, aunque sí lo han hecho su delegada de Cultura, Turismo y Deporte, Andrea Levy, y el concejal presidente del distrito Centro, José Fernández, ambos del PP. Que esta falta de respeto, profesionalidad, arrestos y dignidad sirva a los muchos gais, lesbianas, bisexuales y transexuales de la capital que votaron al PP en la capital y Comunidad a esta formación al grito de “libertad”, para darse cuenta que las libertades que estos partidos defienden no son las de tod@s sin la de los suyos. Exclusivamente. Las de sus familiares, amigos, comisionistas y traperos varios. Votarles compromete la diversidad y las libertades, todo lo conseguido. Es como ser negro y del Ku Klux Klan, o judío y votar al partido nazi. Lo que sí ha conseguido Martinez-Almeida es ser ya el peor alcalde de Madrid. Ha dejado bien, incluso a la ultraconservadora y ultrarreligiosa Ana Botella, que inició sus recortes a las fiestas del orgullo pero, por lo menos, se tomó “a relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor”.