Frente al hambre, que persiste en nuestro país y en buena parte del planeta, hace falta una movilización muy activa que demasiado a menudo dejamos de lado. Se repite aquella lejana historia del rico Epulón.
Esa parábola atribuida a Jesús de Nazaret, en la que Epulón derrochaba en banquetes mientras el pobre Lázaro mendigaba las migajas de su mesa sin que sus ruegos se vieran atendidos. Al morir, Lázaro llegó al cielo mientras que Epulón fue derecho a las tinieblas. Cuando el poderoso preguntó la razón de tan diferentes destinos, la respuesta que obtuvo fue clara y directa: “Hijo: acuérdate de que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.”
La historia se repite también muy cerca de nosotros. En Madrid hay 740.000 personas que pasan hambre. Esta dura realidad se puso en evidencia en la III Conferencia sobre el Hambre, celebrada en la localidad madrileña de Getafe el pasado 3 de abril. Allí, los expertos aportaron un dato escandaloso: entre la población que vive en una de las comunidades autónomas con mayor nivel de renta, el 20,6 por ciento se encuentra en situación de pobreza o de exclusión social. Son nuestros vecinos, nuestros conciudadanos, preocupados por el problema básico de llevarse el pan a la boca.
A los hechos me remito. El 21 de febrero de este año el Parlamento madrileño votó en pleno una proposición de ley denominada Garantías del Derecho Básico a la Alimentación en la Comunidad de Madrid. La iniciativa partió del consistorio de la Villa y Corte con el acuerdo de otros municipios. Trataba de eliminar las altas tasas de malnutrición existentes. Pero no se aprobó, por un voto. El Partido Popular y Ciudadanos eligieron la opción negativa y tumbaron la propuesta de Partido Socialista y Podemos. Esto daría que pensar que a la derecha le interesa más evitar que sus rivales se marquen un tanto que cuidar del bienestar de sus administrados.
En el Foro de Getafe el ex rector de la Universidad Complutense, Carlos Berzosa, manifestó que el hambre es una cuestión económica y que la Economía se ha convertido en la Ciencia de la Pobreza. Una visión muy diferente a la de las fuerzas conservadoras que ven la Economía como la herramienta para beneficiar sus intereses. Ahí tenemos el caso Gürtel.
Hay que agradecer al grupo de regidores madrileños que reclaman un marco normativo común, urgente. Y Madrid podría abrir un camino inédito en Europa si aprobase un proyecto de Ley contra el Hambre. Hace falta que el resultado de los comicios sea favorable a una Asamblea progresista que piense en las personas y no en intereses particulares. En línea con lo que hace el Gobierno de Sánchez que aprueba normas como la de este viernes prohibiendo cortar la luz por impago cuando haya olas de frío o de calor. El PP y sus socios deberían prestar atención y recordar que, antes o después, todo se paga.