Policía y Guardia Civil no son ajenos, desde hace años, a los delitos que se cometen en la Red. Además de su presencia con perfiles propios para atender a todo el que lo necesite, el rastro que dejan los acosadores sirve para llegar hasta ellos y acusarlos en firme. Es precisamente la sensación de impunidad que da el anonimato lo que lleva, por un lado, al inicio del acoso y, por otro, a que un día llame a tu puerta un señor con uniforme para llevarte delante del juez. Así debe ser, porque no podemos permitir que un privilegio tan grande como Internet acabe poblado de gentuza. En Palencia, otro juez ha pedido a Google los datos de los correos electrónicos desde los que salieron mensajes que aseguraban que el anterior alcalde de la ciudad, Heliodoro Gallego, tenía una enfermedad degenerativa. Se hizo antes y durante la campaña de las elecciones municipales. La curiosidad y el morbo hicieron que corrieran como una bola de nieve por la Red de una ciudad pequeña, obligando al propio candidato a ofrecer una rueda de prensa para desmentir que padeciese la enfermedad, y para poner en manos de la justicia lo ocurrido. Ese es el camino. Denuncia y justicia. Los miles de personas que cada día se suman a una web más abierta y participativa no merecen que les dé la bienvenida un troll cualquiera con demasiado tiempo libre.
Ion Antolín Llorente es periodista y blogger
En Twitter @ionantolin