No es lo peor de la parodia de TV3 con la Virgen del Rocío, la utilización de una imagen religiosa para hacer sátira. Como hombre de teatro y de la cultura, creo que todo puede ser objeto de crítica y comedia, y que no es la primera vez que se utiliza lo religioso como recurso artístico: desde la moda, a lo videoclips, como han hecho Madonna o C. Tangana, pasando por muchos escritores, ensayistas o directores de cine como Pedro Almodóvar. Lo peor es el tono, la falta de talento e inteligencia, además de acierto, en la utilización, una vez más, del acento andaluz, tan mal interpretado, por cierto, como forma de ridiculización de los andaluces y la cultura andaluza. Resulta un tic recurrente, bastante reaccionario, y más en quienes, desde una televisión financiada con dinero público, han hecho de lengua y cultura catalana una cuestión legítimamente identitaria. Razón de más, pues, para que no ridiculicen y denigren otras culturas, tan ricas o más que la suya y a la que, por otra parte, deben tanto. Llama la atención, además, que gente que se dicen de izquierdas y progresistas, hagan los manidos chistecitos sobre lo andaluz y su acento, recordando, calcando, las maneras fascistas y de señoritos de otra época en la que el catalán era prohibido y perseguido, y lo andaluz, como han vuelto a hacer ellos desde TV3 convertido en anécdota risible y tópica.

Desgraciadamente no es nuevo, cada vez que un cavernario, un exaltado, un fascista, o un necio necesita reafirmarse, vender su discurso político, o confrontar su identidad, el blanco es Andalucía y los andaluces. Forma parte, además de una incultura secular y su prejuicio, de  una tendencia que yo llamo “pensamiento mesetario”. Una visión de la falsa mitología de la mal llamada reconquista, según gente seria como Ortega y Gasset o como el historiador Ferrín. Una perspectiva de lo andaluz como de conversos, infieles y disipados, reconvertidos en vasallos, mano de obra humillada que debe seguir siéndolo siglos después. Bien los saben los andaluces y extremeños que emigraron a Cataluña, y ayudaron a reconstruirla, económica e industrialmente,  que fueron marcados con el término despectivo de “charnegos”.  Ridiculizar lo andaluz es, además de insultante y discriminatorio, un ejercicio de desconocimiento superlativo; a mí, ridiculizar lo andaluz, Andalucía,  es nombrarme a la madre, y de nuestra madre hablamos nosotros, nadie más, y mucho menos con prepotencia, tópicos e insultos, para denigrarla.  Perdonen que me ponga flamenco, es que a uno le puede la tierra, que vamos a hacerle, y más cuando ha dado algunos de los nombres fundamentales de la cultura española en literatura, música, pintura, política, y un largo etcétera de disciplinas humanísticas, eso sí, con acento andaluz. No es que tenga nostalgia de las ferias que ahora se prodigan en la geografía andaluza, nunca me interesaron demasiado a pesar de nacer en Jerez, que tenía dos, la de la Vendimia y la del Caballo, respetándolas mucho, pero sí estoy un poco hasta la peineta, de que desde ámbitos como el de la política o los medios de comunicación se ridiculice lo andaluz con tanta ligereza y mala intención. 

Esto de TV3 es la última gota que cae un vaso ya colmado hace décadas. Lo digo, por recordar algunos casos,  por el incalificable presentador Pablo Motos, y sus comentarios, no sólo despectivos, sino además maleducados e incultos sobre “el acento andaluz”, en una entrevista al compatriota bético Roberto Leal. No es la primera vez que salgo al paso de alguien que, anclado en topicazos rancios y reaccionarios, ataca Andalucía y lo andaluz, y me temo que no será la última. No sé qué espera la Junta de Andalucía para declarar al corto de altura, intelectual, “persona non grata” por su menosprecio de nuestra cultura y sus gentes. Claro que tampoco lo hizo con la multimillonaria e impresentable ex ministra Isabel García Tejerina por actitudes y declaraciones similares. Por mucho que el señor Moreno Bonilla, presidente del Partido Popular andaluz y de la Junta nacido en Barcelona, condenara sus declaraciones, resulta inadmisible que no se sea más firme, en vez de marear con variaciones unipersonales del escudo de la Junta. Sí lo ha hecho con los cómicos y periodistas de TV3 y yo lo aplaudo y apoyo como institución.  Oyendo las palabras y el tono del señor Motos a uno le viene a la memoria ese prejuicio presuntamente castellano viejo e inquisitorial de los mal llamados Reyes Católicos que hicieron de sus intereses territoriales una cruzada a sangre y fuego contra lo andalusí. Además, al hablar, constantemente incurre en patadas a la gramática española, gravísimas, como “la dije”, etcétera, etcétera. Una monstruosidad gramatical conocida como “laismo”, “leismo” y “loismo”. En su caso un gesto más de lo que lingüísticamente se conoce como “fenómeno de ultracorrección”, que en Román paladino es el resorte de un acomplejado por mimetizarse con lo que cree “la norma convencionalmente aceptada”, para acabar señalando supuestos errores ajenos cuando el que los comete por complejo es él. Le pasa como a los humoristas de TV3, que mientras imitan, mal, y se ríen del acento andaluz, comenten estas mismas incorrecciones “laístas” con la arrogancia y la prepotencia de los necios.   Tampoco sus conocimientos en lengua parecen muy vastos, más bien bastos, ya que, según los padres de la lingüística, lean un poquito de Saussure o Chomsky, o lea, simplemente, se distinguen, perfectamente dos conceptos como son “Lengua y Habla”; el primero como el código cerrado de comunicación con todas sus reglas, excepciones y signos, y el segundo, como la manera particular de articularlo en cada región, con sus giros, sustratos históricos, características modales, etcétera. De ahí que el “habla” o “acento andaluz”, no sólo no sea incorrecto, sino es que es lingüísticamente válido. Su ignorancia es tan sangrante y escandalosa como cuando la señora Nebrera, entonces militante del PP de Cataluña,  llegó a decir que no entendía a los andaluces, insultando a casi nueve millones de personas, y convierte su “habla” en un “chiste”. Coiniden, irónicamente, en forma y fondo, con la parodia de TV3. Verán ustedes, da la casualidad que según todos los estudios lingüísticos, los sitios donde se construyen mejor el castellano es en Andalucía, Levante, Canarias y Latinoamérica, al margen de su habla que a algunos les causa tantos problemas de comprensión, frente a otros lugares, como Cataluña, o incluso el oriundo del idioma, que es Castilla, donde los “laísmos”, “Loísmos” y “leísmos”, por poner un ejemplo ya citado, han desvirtuado la construcción de la lengua, aunque su habla sea más neutra en su articulación y asequible para una mente plana.  No es que a mí me sorprenda que una persona supuestamente formada se comporte en sus afirmaciones como un “Skin head”. Necios -que etimológicamente significa “el que no sabe” o “el que desconoce” – por no decir otro calificativo más preciso, los hay en la política, en la universidad, en la judicatura, y, evidentemente, en la televisión.  

Estoy convencido que a mí, que también soy andaluz, me entenderán perfectamente cuando les diga que esa actitud, recuerda demasiado, quizá no puedan evitarlo, a las maneras caciquiles de una parte y otra de nuestro país, en la que los andaluces y los extremeños no eran más que los bufones, la mano de obra miserable y explotada por los que mantenían una serie de privilegios sociales a costa del sudor de la frente ajena. Quiero decirle que, una vez más, demuestra su ignorancia por una cultura como la andaluza, repito, milenaria, que ha dejado en nuestro bagaje nombres fundamentales, por no retrotraerme a los días de la ciudad de Gades y su escritores, como Columela, Luis de Góngora, Cernuda, Alberti o Lorca, u otros más recientes, como Juan Ramón Jiménez o Vicente Aleixandre, dos de los pocos premios Nobel de Literatura, de los españoles, que no sé si le suenan. Todos ellos hicieron, y siguen haciendo, pues su legado perdura, más grande nuestra historia, nuestra cultura y nuestra lengua común, con acento andaluz. A Andalucía y los andaluces, también le debe nuestra historia de la democracia el que todas las autonomías tuviesen derechos equiparables y fuesen reconocidas. No se olviden tampoco de eso. 

Somos muchos los andaluces formados y educados, como en mi caso, que distinguimos el trigo de la paja y, ustedes, no se representan más que a ustedes mismos, y han quedado retratados, incapaces siquiera de disculparse,  y a los que como ustedes siguen anclados en el desprecio a los demás, y no a una región concreta.  Además de mis maravillosos maestros andaluces, he tenido amigos fundamentales en mi vida, catalanes, vascos, latinoamericanos, y de cualquier género y condición, como Terenci Moix, Manolo Vázquez Montalbán, Fernando Quiñones, Cristina Peri Rossi, José SaramagoJosé Antonio Zarzalejos, Antonio Hernández, Sergio Ramírez o Ernesto Cardenal y un largo e inteligente etcétera, con los que me entendí y entiendo perfectamente, porque la inteligencia, la educación, la cultura  y la bondad son universales. La mala educación y la estupidez, como la de los referidos, también. Han demostrado su desprecio, desconocimiento y falta de respeto por lo andaluz y los andaluces. Sé que los argumentos filológicos o intelectuales les resbalan pero, en su escala de valores, un buen revés de anunciantes y audiencia, tal vez los resitúen en la realidad. Por mi parte, como demócrata convencido, creo que lo mejor ante los brochazos y la falta de respeto es cambiar de canal. Eso sí, cuando se insulta a Andalucía, yo pongo el revólver verbal e intelectual sobre la mesa, que es el único tipo de duelo que me interesa: el de los argumentos, el de la inteligencia.