El domingo pasado, 24 de marzo, la derecha, la Iglesia y ámbitos afines, Vox, por descontado, se dieron cita en Madrid, una vez más, en la convocatoria de la Plataforma Sí a la Vida, compuesta por más de 500 asociaciones, contra el aborto y, supuestamente, a favor de “la vida”. Digo supuestamente porque es obvio que el concepto que la derecha, el clero y adláteres tienen de la vida es realmente muy sui géneris y, desde luego, no coincide para nada con el concepto que sobre la vida tienen otras personas, que piensan de otros modos o, quizás, que directamente piensan.

Es un asunto sobre el que me ha costado tener las ideas claras porque confieso que la falta de información me ha hecho a lo largo de mucho tiempo tener ciertas disonancias de tipo ético y de tipo moral, que no ideológico, al respecto. Y he necesitado informarme bien para disipar esas dudas y para entender tantas contradicciones y tanto tejemaneje urdido alrededor del asunto.

En primer lugar, muchas de las afirmaciones de los “provida” son verdaderas falacias que parecen pretender manipular la conciencia colectiva. Que exista una Ley del aborto en un Estado de Derecho, no sólo no es ilegítimo, sino algo sustancialmente necesario. Antes de todo, es un grave problema social y sanitario. Muchas mujeres mueren por abortos clandestinos, y también es un problema ético y moral, desde una visión de la moralidad absolutamente contraria a la religiosa.

Porque es muy inmoral permitir que muchas mujeres mueran sin asistencia sanitaria, y es muy inmoral exigir el nacimiento de todo embrión a toda costa para después cerrar los ojos ante la miseria y la precariedad en la que viven, sufren y mueren muchos niños, y no sólo del mal llamado Tercer mundo; como también es muy inmoral lo que la Iglesia Católica ha venido haciendo a lo largo de mucho tiempo con las mujeres embarazadas en situación precaria, y con los niños a los que, tras ser arrebatados a sus madres, daban en adopción a cambio, por supuesto, de dinero. Recordemos el caso de los centros de las monjas de la Magdalena en Irlanda, o los casos de niños robados. Parece que la infancia desvalida puede ser un gran negocio.

Y que exista una Ley del aborto no significa que nadie apoye el hecho de abortar, sino el apoyo de las mujeres que, cumpliendo las condiciones que la ciencia estipula, abortarían de otro modo en la clandestinidad. Resulta, por otro lado, enormemente curioso que los mismos que dicen que defienden la vida cuando aún no es vida son los que más la desprecian cuando la vida ya sí es vida. La dogmática cristiana prohíbe, por ejemplo, el uso de profilácticos, lo cual ocasiona en el mundo millones de nacimientos no deseados y el sufrimiento de millones de niños en condiciones de pobreza y de precariedad, y en muchos lugares de enfermedad y muerte. ¿A qué vida se refieren cuando dicen que defienden la vida?

Suelen ser también los mismos cuyas creencias e ideologías rebosan racismo y clasismo, y cierran las puertas a los refugiados y a los africanos que sufren y mueren en pateras. ¿A qué vida se refieren cuando dicen que defienden la vida? Son los mismos también que disfrutan y defienden a ultranza las “tradiciones” aunque sean salvajadas en las que se tortura y se asesina a seres vivos indefensos e inocentes. Y son los mismos también que se niegan a desenterrar a miles de españoles enterrados en cunetas, y no sólo no condenan una dictadura asesina, en la que fueron más de 150.000 asesinados en su terrible represión, sino que la custodian y la abanderan. ¿A qué vida se refieren cuando dicen que defienden la vida? No es una casualidad carente de significado que la Administración de Trump, “un auténtico psicópata y un peligro para el mundo”, como bien afirma Paul Auster, se consagra como la más provida de la historia.

Ojalá no hubiera abortos. Ojalá hubiera la suficiente educación afectivo-sexual para que ninguna mujer tuviera que decidir abortar. Mientras tanto, se trata de una cuestión sanitaria y también humanitaria y educativa, porque sin regulación mueren muchas mujeres al interrumpir sus embarazos, exactamente, según las estadísticas mueren 47.000 mujeres al año en el mundo por abortos inseguros. Y esas vidas también son vida, aunque las ignoren los que tanto dicen que la defienden. Es realmente significativo que defiendan la vida de embriones y, repito, les importe un bledo la vida de esas mujeres. Quizás lo que defienden en realidad no es ninguna vida, sino la usurpación del derecho de las mujeres a su libertad, a su autonomía y a sus derechos reproductivos.

“El impacto del acceso a anticonceptivos más el acceso a abortos seguros por salud integral ha dado como resultado cero muertes por abortos inseguros desde 2012 en Rosario” (Leonardo Caruana, secretario de Salud Pública de Rosario, Argentina) ¿A qué vida se refieren, por tanto, cuando dicen los provida que defienden la vida?

Coral Bravo es Doctora en Filología