A la espera de lo que haga Alemania con el no honorable Puigdemont, su captura por las autoridades germanas, como resultado de la Orden de Detención Europea reactivada por el juez Llarena, abre un nuevo camino en el que sobresale el regocijo de la CUP y se mantiene la zozobra por la situación impuesta por unos y por otros.

Es otro capítulo más de una lamentable historia que enlaza con Mariano Rajoy Brey, cuando siguiendo órdenes de José María Aznar, se lanzó a cargar contra los catalanes. Lo que está sucediendo en Barcelona y en el resto de Cataluña es un capítulo más de mayor gravedad.

En un imaginario concurso para elegir el peor presidente del Gobierno de España, podría ser elegido Don Mariano. Así estamos, en manos de un tipo que no hace apenas nada y conoce poco los problemas históricos entre Cataluña y el resto de España. De modo que, hasta en el teatro del Liceu se pudieron oír gritos de “libertad Puigdemont” tras la ópera. Por cierto, el alma de Verdi siempre presente en el Liceu recordó esta vez La forza del destino.

La satisfacción de los radicales independentistas es patente. Abandonaron la vía de los acuerdos con sus socios cara a la investidura fallida de Jordi Turll, para regresar a la única forma de hacer política que les interesa: la acción en la calle con la agresividad que haga falta. No olvidemos que de este grupo forman parte, desde su inicio, algunos de los antiguos miembros de la organización terrorista Terra Lliure, autodisuelta al comienzo de los 90, gracias a una maniobra de la que no fueron ajenos ni el entonces Gobernador Civil de Barcelona, Ferrán Cardenal, ni Esquerra Republicana, ni Felipe González.

En un imaginario concurso para elegir el peor presidente del Gobierno de España, podría ser elegido Don Mariano

Pero, en todo caso, la inquietud que continúa en Cataluña es una réplica a las decisiones judiciales que siguen siendo contestadas por juristas de prestigio.

La razón es que una vez que Rajoy, como Pilatos, se lavó las manos en el gravísimo problema catalán dejando que los tribunales le sustituyeran en su responsabilidad, las decisiones judiciales han sido y son muy controvertidas. Lo que más chirría a estos profesionales del Derecho que han expresado sus dudas, es el concepto de violencia y la interpretación que se hace.

Para muchos juristas no existe tal violencia en los hechos que se han ido sucediendo. Consideran que en especial la del 1 de octubre, día del polémico referéndum, fue provocada al haberse reprimido derechos como el de la libre manifestación.

Después, añaden, tal violencia se reinterpretó como violencia interna o moral. Pero aseveran que no existieron manifestaciones previas de esa violencia que se pudieran considerar relevantes. Es decir, en su opinión los desórdenes públicos de septiembre ante la consellería de Economía, carecen de entidad. Con lo que la conclusión a la que llegan es que no se ha producido un alzamiento, como afirma el auto del juez Llarena que llegó a compararlos con el golpe de Estado del 23F Tejero.

En resumen, los juristas que están preocupados por la situación mantienen que existe una clara desproporción entre lo ejecutado y la intensidad de las respuestas frente a la falta de signos externos que serían precisos para hablar de rebelión y sedición.

Todo ello, dejando claro que Puigdemont y los suyos deben rendir cuentas por una acción inadmisible e innecesaria que ha trastornado a todos sin excepción.

Veremos cómo se desarrollan las cosas. Lo cierto es que el expresident ha conseguido estar de nuevo en el candelero y que puede pasar de la categoría de vergonzoso huido a la de digno mártir.

Entre unos episodios y otros Cataluña sigue conmocionada, Rajoy Brey en su agujero. La Justicia marcando el paso.