Cuando hablamos de salud mental, siempre es difícil empezar, incluso para hablar de algo tan simple como el Día de la Salud Mental. Esencialmente, la dificultad recae en no estigmatizar: no usar palabras patologizantes, no culpar y no menospreciar. Tres premisas que en otras muchas enfernedades de carácter físico ni si quiera nos planteamos, pero que en Salud Mental son un monstruo que provoca un gran impacto negativo: No hablamos de las realidades de muchas personas, lo que hace que no puedan ser tratadas y superadas.

Este día está dedicado a los jóvenes

Este día de la salud mental se ha dedicado a los jóvenes, a los adolescentes, un grupo que cada vez más está expuesto a situaciones complejas emocionalmente. Dice la Organización Mundial de la Salud que la mitad de trastornos mentales surgen antes de los 14 años y la Confederación Salud Mental España nos recuerda que 2 millones de adolescentes (un 30%) ha presentado síntomas en el último año. De estos, solo la mitad pidieron ayuda.

Es innegable que hay que prestar atención a los jóvenes y preguntarnos qué está creando estos números. Evidentemente, las nuevas tecnologías, el acoso escolar, la exposición a la violencia y los abusos sexuales y las consecuencias de un mundo que no deja de canviar son las causas tangibles, pero a nivel individual también existen otras causas que han influenciado a que la mitad de los jóvenes con síntomas de problemas de salud mental no haya pedido ni recibido ninguna clase de ayuda. ¿Qué hace que 1 millón de personas ignoren una enfermedad?

Hay un mal que afecta a todas las personas, incluso a las adultas, que en los jóvenes impacta a nivel educacional. Es lo que personalmente llamo el efecto '¿cómo estás de lo tuyo?', que realiza la doble función de individualizar y silenciar los problemas. Nuestro lenguaje transmite subtextos mucho más poderosos que las palabras en sí. Aunque es evidente la preocupación, una frase así no permite crear un vínculo de comprensión. Primero, porque 'lo tuyo' es una expresión vaga que no concreta en ningún problema, entonces implica que no tienes un problema, sino una serie de circunstancias que te atañen únicamente a ti y que nadie más puede vivir. Segundo, porque eso que es tuyo no es nada: no tienen nombre ni identidad, por lo que no es algo que exista realmente, solo es una cuestión temporal innombrable.

Al final, lo que se crea es una espiral de silencio en la que los adolescentes no hablan y los más mayores no insistimos, principalmente porque no conocemos. Aquí se crea un círculo vicioso, pues no conocemos porque los adolescentes no han podido aprender a hablar y ellos no aprenden a hablar porque nosotros tampoco lo hicimos en su momento. Es así como asumimos que si no se dice, no pasa y que de cierta manera los problemas de salud mental se pueden solucionar dejándolos pasar.

El trabajo por la Salud Mental es de todos

No. Hay que pedir ayuda. Hay que arrancar el tabú de nuestro lenguaje. Hay que llamar las cosas por su nombre para hacerlas reales. Lo más importante: hay que perder el miedo a hablar de ello para acabar con el estigma.

Así que en el Día de la Salud Mental 2018 hay  una serie de cosas muy sencillas que podemos hacer, aunque no tengamos ningún problema de salud mental, para poder crear un ambiente donde se rompa la espiral de silencio y podamos ayudar a los adolescentes:

  1. Asegurarnos de crear espacios cómodos para que los adolescentes puedan hablar sinceramente de cómo se sienten. 
  2. Informarnos de enfermedades comunes (depresión, trastornos alimenticios, ansiedad) para no caer en estereotipos dañinos y aprender desde la empatía cómo ayudar. 
  3. Acercarnos a la salud mental desde la certeza de no saber nada pero querer aprender. El estigma que tienes en tu cabeza rara vez coincidecon la realidad pero provoca que te comportes de una manera que puede ser contrapoducente.
  4. Ser comprensivos, son enfermedades difíciles y en ocasiones poco coherentes, así que hay que acercarse con calma.
  5. No salvar a nadie. La posición de héroe es frustrante en estos casos. Cada persona tiene su ritmo y necesidades y lo que hace falta es un acompañante porque las soluciones mágicas no existen, son caminos largos.