Amnistía Internacional ha hecho público un informe en el que indica que el gigante farmacéutico Pfizer está haciendo declaraciones engañosas sobre su compromiso con la equidad en la distribución de vacunas contra la COVID-19, pues sigue suministrando la mayor parte a las naciones más ricas.

En este informe la organización concluye que Pfizer, que ha afirmado que prevé ganar 36.000 millones de dólares estadounidenses por la venta de vacunas este año, ha distorsionado la realidad en beneficio de su imagen corporativa. A pesar de que la empresa dice que da prioridad a la distribución equitativa de su vacuna y que se compromete a compartir herramientas y conocimientos científicos, la verdad es muy diferente.

Los ejecutivos de la firma han dicho que, antes de final de año, se habrán distribuido mil millones de dosis a naciones de ingresos bajos y medianos, pero lo han hecho distorsionando las cifras y agrupando en uno sólo los tres grupos, que el Banco Mundial clasifica como de ingresos bajos, medios majos y medios altos y son éstos últimos los que finalmente reciben el grueso de las dosis.

Por otra parte, la afirmación de Pfizer, de que se ha comprometido a compartir sus herramientas y conocimientos científicos, contrasta con el hecho de que la empresa no se ha incorporado al Acceso Mancomunado de Tecnología contra la COVID-19 (C-TAP), creado, precisamente, para compartir datos y conocimientos, ni participa en el centro de transferencia de tecnología de la OMS para las vacunas de ARNm de Sudáfrica, lo que está retrasando el desarrollo de sedes de producción en el continente africano. Igualmente, ha presionado contra la eliminación temporal de los derechos de propiedad intelectual, que permitiría la ampliación de capacidad de producción de vacunas.

Finalmente, pese a las afirmaciones de la empresa de que los costes de desarrollo y fabricación de la vacuna son autofinanciados en su totalidad, la empresa se ha beneficiado de pedidos previos de algunos de los países más ricos del mundo, así como del apoyo gubernamental recibido por su socia alemana BioNTech. Y éste ha sido, tristemente, el comportamiento habitual del resto de los fabricantes de la vacuna.