Unos 2.000 millones de usuarios de móviles se los intercambian cada día. Y en ese magma, buenas noticias: según la web de referencia Emojitracker, el emoticono que más se repite en nuestras pantallas es la carita amarilla con lágrimas de alegría. Hoy, el uso de emojis los regula el Unicode Consortium, del que forman parte gigantes como Apple, Google, Yahoo… Pero el uso de estas caritas amarillas, que rompen barreras para entenderse y cada vez son más elaboradas e integradoras, se remonta a los años 90. El inventor reconocido tras ellas fue el japonés Shigetaka Kurita, creador de interfaces informáticas que, en esta ocasión, se inspiró en el cómic para diseñar el trazo y su espíritu, y, por cierto, nunca ha cobrado derechos de autor por la idea, porque la hizo para su empresa, NTT DoCoMo.

Sin embargo, en los años 80, el periodista e infografista Jordi Català creó un antecedente de este código visual que ha marcado un antes y un después en nuestra comunicación. Resultó todo un fenómeno en España, sobre todo gracias a que Bollycao hizo varias campañas de marketing incorporándolo a su producto por la vía de los cromos. Eran los Toi, bichos verdes con antenas que, como los emoticonos de hoy, expresaban estados de ánimo con un lenguaje propio: Toi felí, Toi jodío poque é lune, Toi de vuelta… Se dejaron ver por primera vez en El Periódico de Catalunya, pero sus medios habituales acabaron siendo las lunas de los coches y las carpetas.

El Museo del Bierzo acoge, hasta el próximo 28 de abril, la exposición 30 años de los Toi. Impulsada por la 'start-up' berciana Birttu.com, rinde homenaje al Toi, aportando incluso dos nuevas figuras, el Toi Peregrinao y el Toi Templario, que encarnan a personajes propios de la historia de Ponferrada.