“Pedro Sánchez, no te rindas, te queremos”. Esa frase espontánea, lanzada desde el corazón por una asistente en la rueda de prensa del presidente del Gobierno durante la última cumbre de la OTAN, capturó como pocas veces el sentir de millones de españoles. Un grito de apoyo, de reconocimiento, de orgullo por un presidente que no se arrodilla ante nadie y que sabe perfectamente para quién gobierna: para el pueblo español.

No era una rueda de prensa fácil. Nada fácil. No era sencillo decirle a Donald Trump —ese viejo conocido de la política internacional que confunde liderazgo con imposición y alianzas con chantaje— que “no”. No era sencillo mantener la dignidad cuando tantos otros dirigentes europeos, de manera sumisa, aceptaban el dictado de Washington en público, aunque mantuvieran sus reservas en privado. Pero Pedro Sánchez lo hizo. Porque nuestro presidente es así: firme, sereno y comprometido con los intereses reales de nuestra gente.

Trump vino a Europa con su estilo habitual de cowboy autoritario y soberbio: amenazante, caprichoso y maleducado, decidido a imponer su voluntad a cualquier precio. Exigía que los países europeos gastaran un 5% de su PIB en armamento, bajo la excusa de “reforzar la OTAN”. Lo que en realidad quería era beneficiar a su industria militar y someter aún más a Europa a los designios de su política de fuerza. Y los líderes europeos, uno tras otro, fueron bajando la cabeza. Todos… menos uno. Pedro Sánchez.

Mientras otros firmaban sin pestañear el acuerdo del 5%, Sánchez mantuvo firme su compromiso: España solo destinaría el 2,1% del PIB a defensa, ni un euro más. ¿Y por qué? Porque cualquier cálculo serio demuestra que pasar del 2% al 5% supondría destinar unos 300.000 millones de euros hasta 2035 a gasto militar. ¿Y de dónde saldría ese dinero? ¿De subir impuestos a las familias? ¿De recortar sanidad, educación, pensiones o becas?

Esa es la pregunta a la que nunca responde la derecha, ni Feijóo ni Abascal. Porque si gobernaran ellos, lo firmarían sin dudarlo. Lo firmarían, y luego pasarían la factura a los de siempre: a la clase media trabajadora, a los jóvenes, a las familias, a los pensionistas. Lo harían encantados, además, porque no tienen ningún problema en poner a España de rodillas frente a Trump o frente a quien sea, si con ello logran una foto o una palmadita en la espalda del poder.

Mientras Pedro Sánchez defendía a España en Bruselas, Feijóo y Abascal hacían lo que mejor saben hacer: atacar al Gobierno de su propio país. En lugar de cerrar filas ante un chantaje intolerable, decidieron jugar sucio, una vez más. Feijóo difundió la mentira de que Sánchez había cedido ante Trump. Sabía que era falso, pero no le importó. ¿El objetivo? Debilitar al presidente a cualquier precio, aunque el precio lo pague España.

Pero el golpe de realidad vino de quien menos esperaban: del mismísimo Trump. “España lo está haciendo muy bien. La economía va muy bien”, dijo. Una frase que, sin querer, desmontó el relato catastrofista del PP y Vox. Una frase que confirma lo que la ciudadanía ya percibe: que, pese a las dificultades, España avanza, crece, crea empleo y se recupera. ¿Y qué hace Feijóo? Quedarse solo, mintiendo, aislado en su propio ridículo. Sr. Feijóo, el PP ¿dónde está? ¿Con España o con Trump?

Y si nos fijamos en Abascal, su papel en todo esto es aún más triste. Su admiración por Trump es enfermiza. Lo llama “el líder del mundo libre”, pero en realidad lo ve como un modelo de gobierno autoritario, de imposición, de retroceso en derechos y libertades. Si dependiera de Vox, no solo firmarían el 5% de gasto militar, sino que quizás propondrían llegar al 10%, aunque para eso tuvieran que cerrar hospitales o universidades públicas. A ellos les da igual.

El presidente estadounidense está acostumbrado a que le rían las gracias. A que lo traten como a un emperador, a que se cumplan sus órdenes sin rechistar. Por eso no entiende a Pedro Sánchez. No entiende que un presidente europeo pueda anteponer la justicia social a la obediencia militar. No entiende que se le diga “no” sin miedo. No entiende que alguien piense antes en becas que en bombas, en pensiones que en portaaviones.

Y como no lo entiende, amenaza. Dice que impondrá aranceles a España. Dice que nos hará “pagar el doble”. Los mismos medios de siempre, los que llevan años atacando al Gobierno y defendiendo los intereses de las élites, corren a amplificar esas amenazas. Nos hablan de turistas americanos, de represalias económicas, de peligros ficticios. Juegan con el miedo, como siempre hacen cuando se quedan sin razones.

La verdadera pregunta no es solo si España va a ceder. No lo hará. La verdadera pregunta es: ¿cuándo va a despertar Europa? ¿Hasta cuándo va a permitir que un dirigente como Trump marque su política de defensa, su gasto público, su soberanía? ¿Hasta cuándo vamos a aceptar que la OTAN sea una correa de transmisión de los caprichos de la Casa Blanca?

Pedro Sánchez ha dado un paso al frente. Ha dicho alto y claro que España no se deja chantajear, que nuestro país no es una colonia, que nuestra política exterior responde a nuestros principios y no a las amenazas de nadie. Esa es la voz que Europa necesita. La de la dignidad. La de la valentía. La de la justicia.

Terminemos poniendo los puntos sobre las íes: España ha pasado del 0,9% de PIB que nos dejó el PP en 2018 a un 2% en 2025 para garantizar la seguridad de España y el cumplimiento de los Objetivos OTAN, según los cálculos de nuestras Fuerzas Armadas. Y somos uno de los cinco países de la OTAN que más tropas tiene desplegadas en el Frente Oriental, un total de 3.000 efectivos. España tiene una vocación clara: paz, cooperación y multilateralismo en la defensa de los derechos humanos y la libertad de las naciones. Nuestra ciudadanía necesita certezas y no queremos conflictos; y la mejor forma de evitar guerras es generar prosperidad y esperanza.

Hoy, más que nunca, es el momento de levantar la voz. Pedro Sánchez, te pedimos que sigas adelante. Porque representas una España digna, valiente y progresista. Porque te enfrentaste al chantaje sin agachar la cabeza. Porque no sacrificaste nuestros hospitales por tanques, ni nuestras escuelas por cazas de combate. Frente a los que adoran a Trump y se avergüenzan de España, nosotros tenemos claro de qué lado estamos. Del lado de la soberanía, del Estado del Bienestar, de la política digna con rostro humano. Pedro, sigue luchando. No estás solo. Hay una mayoría amplia de españoles y españolas que comparten tu camino y tu visión de país.

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