No ha sido intencionado, ha sido un error, pero en una subasta en Los Ángeles se revelado la existencia de una hoja de papel que contenía la letra original de Starman, de David Bowie. Se subastará por más de 4 mil dólares, y eso que ni siquiera está firmado por el artista. No hace tanto que se sabe que el Duque Blanco cambió una parte de esta letra durante la grabación del tema. En realidad, no son unos cambios tan relevantes, solo en algunos versos: mientras que la versión original dice “Some cat was layin’ down some rock ‘n’ roll, ‘lotta soul, he said”, la que se convirtió en un mito de la música dice “Some cat was layin’ down some get on rock ‘n’ roll, he said”. Y en lugar de decir “Came back like a slow voice on a wave of phase haze”, cantamos “Came back on a wave of phase’ eventually becoming”.

De la época de Ziggy Stardust

Starman se lanzó en 1972, como parte del disco Ziggy Stardust And The Spiders From Mars. Aquellos fueron los años de sus grandes clásicos. En 1970 editó The Man Who Sold the World, arañando un rock más duro y una estética punk. Y tras endurecer aún más el sonido en Hunky Dory (1971), a partir de 1972, comenzó el baile de máscaras. Al exótico Bowie le volvían loco los disfraces, el teatro japonés kabuki y la ciencia ficción. Y, encima, había dado clases de mímica. Un cóctel que le permitió construir diferentes personalidades, todas ellas fascinantes y provocadoras, de las que hacía gala en sus grandiosas puestas en escena. Construía artistas dentro del artista. Primero se convirtió en una estrella andrógina y bisexual, con la que inauguró su periodo glam rock. Ese personaje era Ziggy Stardust, y lo subió a lo más alto de las listas de ventas con The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spider From Mars (1972), que incluía un tema que aún hoy es uno de sus hits: Starman. Fue una época de desenfreno interpretativo sobre el escenario, en la que colaboró con Lou Reed y reeditó varios de sus álbumes precedentes. Ya era David Bowie en todo su esplendor y significado. En 1975, recién aterrizado en Estados Unidos y después de que el funk de su Diamond Dogs (1974) pasase sin pena ni gloria, alcanzó su primer número uno en el mercado estadounidense con Fame, un tema que había escrito mano a mano con John Lennon e incorporó a su álbum Young Americans, que el cantante calificó de plastic soul. Enseguida nació su nuevo alter ego: The Thin White Duke, el Duque Blanco, al que nos presentó en su aclamado Station to station (1976). Un personaje siniestro, una época truculenta, de música fantástica pero en la que el inmaculado atuendo de Bowie contrastaba con su estado, hundido en los excesos de las drogas.

Los ochenta, la época de las súperventas

Con el álbum introdujo en su sonido los sintentizadores propios de su producción posterior, que vio la luz ya en 1977 y tras mudarse a Berlín Occidental, donde compartió piso con Iggy Pop. Entonces y allí, vio el momento de atreverse con el expresionismo alemán y la electrónica, en la Trilogía de Berlín (Low, Heroes y Lodger) en la que colaboró con Brian Eno. En los ochenta, se instaló en lo más alto de las listas de éxitos de su país con los pegadizos Scary Monsters (and Super Creeps) (1980) o Under Pressure (1981), un sencillo en el que trabajó con Queen. En 1983, dio un nuevo volantazo, esta vez hacia la música disco. Bowie sabía lo que les gustaba a los jóvenes de entonces y quería conectar con ellos, así que ese año lanzó Let's Dance. Y los conquistó. Y mantuvo su ritmo techno un par de trabajos más, en paralelo a algún que otro desencuentro con el cine. A partir de 1989, aparca su carrera en solitario para probar suerte con un cuarteto de hard-rock y letras politizadas, Tin Machine, que no solo recibió una acogida bastante destemplada, sino que adoleció de liderazgo. Eso sí, Alemania llegó a agradecer a Bowie haber ayudado a derribar el Muro.

Cada trabajo, un universo

Cuando retomó su carrera en solitario, lo hizo provisto de un sonido eléctrico con ecos de su pasado, con Black Tie White Noise (1992). Pasó los años 90 creando varias bandas sonoras y colaborando con Philip Glass, y ya en 2003, volvió a llamar nuestra atención con Reality, un disco en el exhibió el impacto emocional que le habían dejado los atentados del 11S. Cada trabajo de David Bowie es un mundo, todo un universo distinto y complejo. David Bowie supo ser al mismo tiempo un músico experimental y un ídolo de masas. Una megaestrella del showbussiness que albergaba a un artista de profundidad intelectual, que, desde el territorio musical, incursionaba en el teatro, las bandas sonoras y, por supuesto, la moda. Un fecundo artista que apuntaló su leyenda con más de 20 álbumes que se multiplicaron con más de 140 millones de copias vendidas. Gracias a sus coqueteos con diversos géneros influyó en músicos tan dispares como Lady Gaga, Madonna, Blur o Kanye West. Ese era David Bowie, vistiendo de Jean Paul Gaultier o Alexander McQueen, recomendándonos leer a Camille Paglia o Saul Bellow. Starman ha vuelto a la actualidad, porque cada huella de Bowie, por pequeña que sea, acaparará titulares. Ground control to Major Bowie? Hasta la próxima, Duque.   https://www.youtube.com/watch?v=sI66hcu9fIs