Es dura la vida en el espacio. Tendemos a pensar que los astronautas viven privilegiados, rodeados de increíbles innovaciones que hacen su vida apasionante. Pero no dejan de ser humanos, con sus servidumbres fisiológicas. Y cuando los sistemas fallan, puede desencadenarse la catástrofe

Es lo que ha sucedido en la Estación Espacial Internacional. El retrete del módulo estadounidense se ha estropeado y ha derramado diez litros de agua por todo el cubículo espacial. Diez litros de líquido que comenzaron a deambular en la microgravedad del módulo Tranquility.
 

Riesgo eléctrico

Las informaciones aseguran que precisamente tranquilidad no es lo que encontraron los astronautas en aquellos momentos. Provistos de toallas y todos los materiales absorbentes que pudieron recolectar, se dispusieron a flotar a la caza de burbujas de agua. Además tuvieron que hacerlo a toda prisa, dado el riesgo de que el líquido pudiera afectar a los sistemas electrónicos de la estación.

Afortunadamente, y de nuevo según la información de origen ruso, la celeridad de los astronautas en recoger el agua vertida logró que no se registran más desperfectos que los del retrete averiado. 

Otro de los inconvenientes es que, hasta que se reparó el sistema del módulo americano, los astronautas tuvieron que planificar muy bien sus visitas al baño, dado que debían ir al módulo ruso, vecino del Tranquility cada vez que les surgía la necesidad. 

Sin duda, la idea de crear un nuevo retrete cuando en 2008 la estación pasó de albergar a seis inquilinos, frente a los tres que residían hasta aquel momento, salvó a sus habitantes de un problema mucho mayor.