Se conocen como gusanos de fuego, viven en el archipiélago atlántico de Bermudas y son famosos por la luminosidad que desprenden. Y un grupo de científicos del Museo de Historia Nacional de Estados Unidos ha descubierto ahora que ésta la causa una enzima. De nombre, luciferasa.

Ya en 1492, Cristóbal Colón habló en sus escritos del fenómeno. El hallazgo actual se ha logrado gracias a un estudio genético, que ha detectado además que la enzima se libera durante el proceso reproductivo de estos pequeños seres vivos. No es exclusiva de esta especie, se puede encontrar también en insectos como las luciérnagas, pero actúa de una manera distinta en los gusanos de fuego, que disponen de una proteína inexistente en los procesos luciferinos de otras especies similares.

Los ejemplares de la especie Odontosyllis enopla salen a la superficie y emiten un fuerte resplandor 3 o 5 días tras el plenilunio (luna llena), una hora después de la puesta del sol. Y los científicos piensan que es el modo en que las hembras atraen a los machos, y el brillo es fruto de un gen de luciferasa nunca antes encontrado en otras criaturas que desprenden luminosidad. Los machos se dirigen hacia la luz emitida por las hembras y aparecen desde el fondo como cometas que brillan, lo que da paso a una pequeña explosión de luz cuando ambos arrojan sus gametos al agua. Tal como lo han descrito los investigadores implicados en el estudio, el efecto produce un efecto similar a un campo de estrellas a través de la superficie de agua negra.

Los especialistas entienden que los gusanos eligen este periodo concreto para aparearse porque los machos ven el brillo de las hembras con más facilidad. Esta enzima, que nunca se había detectado antes, podría usarse en el área de la biomedicina para rastrear el movimiento de ciertos factores en las células.