Estamos arrastrando sequía desde abril en España. Ya lo avisó entonces el Ministerio de Medio Ambiente, cifrando la caída en la capacidad de los embalses españoles a esas alturas del año en casi 6.000 hectómetros cúbicos. Un bajón para el ánimo, pues en 2016 se había mantenido próxima a la media de los últimos diez años, en 39.319 hectómetros cúbicos. Pero en abril de 2017 había disminuido casi un 15%, ubicándose casi al 60% de su capacidad, en 33.313 hectómetros cúbicos. La cuenca que más agua ha perdido en el último año es la del río Duero, que ha visto reducida su reserva hidráulica en 2.596 hectómetros cúbicos, cayendo hasta los 4.184, un poco por encima de la mitad de su capacidad total. La Vertiente Mediterránea solo sufrió una bajada de un 3,4% en su caudal, pero en esta área se encuentran las dos cuencas con menos agua de toda la península, las de los ríos Júcar y Segura.

Dos embalses bajo mínimos

Pues bien, ayer, la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) informó de que en la última semana, los pantanos de Entrepeñas y Buendía, ubicados en la cabecera del Tajo, han perdido siete hectómetros cúbicos de agua: el embalse de Buendía tiene esta semana 5,27 hectómetros cúbicos menos que la semana anterior, con lo que el volumen de agua que almacena es de 190,56 hectómetros cúbicos, que suponen el 11,62 por ciento de su capacidad total, que es de 1.639 hectómetros cúbicos. Por su parte, la reserva de agua en el pantano de Entrepeñas ha bajado 1,79 hectómetros cúbicos, de forma que almacena 95,61 hectómetros cúbicos, el 11,45 por ciento de su capacidad total, que se sitúa en 835 hectómetros cúbicos. Abriendo el foco a toda la cuenca hidrográfica del Tajo, los embalses almacenan esta semana 4.912,79 hectómetros cúbicos de agua, 100 menos que la pasada semana, lo que supone el 44,63 por ciento de su capacidad total de almacenaje, que es de 11.007 hectómetros cúbicos. Hace un año por estas fechas, los pantanos de cabecera del Tajo almacenaban 531,75 hectómetros cúbicos, el 21,49 por ciento de su capacidad total. Las cifras actuales implican que los dos embalses principales se hallan 81,83 hectómetros cúbicos por debajo del umbral mínimo no trasvasable de acuerdo con la Ley de Evaluación Ambiental, fijado para este año en 368 hectómetros cúbicos, cifra que se alcanzó hace un mes.

Una tendencia global

La tendencia a la sequía es, con todo, global. Según publicó hace unos meses la revista Science apoyándose en estudios científicos, los ríos y cursos de agua de todo el mundo se están secando debido al consumo humano y al cambio climático, lo que conlleva alteraciones en las redes alimentarias de humanos y animales. “Las crecidas fluviales eliminan intermediarios en la cadena alimentaria: los peces (los predadores principales) se alimentan de eslabones más bajos de la cadena. Las sequías eliminan por completo al predador principal. El resultado final es una cadena alimentaria más simple”, afirmaba en el texto John Sabo, autor principal de la investigación y profesor asociado en la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Estatal de Arizona (EEUU). Además, como las sequías se intensifican, se incrementa la necesidad de agua para el riego y los usos agrarios, y esto tiene un fuerte impacto en el caudal natural del río.