Varios estudios aseguran que una persona que menstrua utilizará alrededor de 15.000 compresas o tampones durante toda su vida. Suponiendo que una persona tiene la regla durante 35/40 años, el gasto total de la vida fértil serán cerca de 13000 euros e innumerables kilos de basura que tardará unos 200 años en descomponerse. Entonces, el impacto no se encuentra sólo en nuestras carteras, sino que colabora a la contaminación de la Tierra, no solo por los residuos que genera, sino por la cantidad de químicos que utiliza.

Afortunadamente, en todo aquello que consumimos suele existir una cara B no tan popularizada y comercializada por grandes empresas, pero sí mucho más ecológica y, por qué no decirlo, sorprendentemente más beneficiosa que aquello que solemos usar. En el caso de los tampones y las compresas, la digna contrincante es la copa menstrual.

 

 

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En qué consiste la copa

La copa menstrual es más sencilla que el mecanismo de un chupete. Se trata de un contenedor que se introduce como un tampón y almacena el flujo, para que más tarde lo tiremos por el retrete o el lavamanos. Para que nos entendamos, es como un tampón que en lugar de absorber, recoge.

Alguna de sus ventajas son las 8/12 horas que puedes estar con ella (es difícil llenarla), que no está relacionada con ningún caso de Síndrome por shock tóxico, que al estar hechas de silicona se adaptan perfectamente a cada cuerpo y una misma copa puede durarte entre 5 y 10 años. Por lo tanto, por una inversión que ronda los 20 euros ahorras entre 1700 euros y 3500. Dicho así, ni tan mal.

No está relacionada con ningún caso de Síndrome por Shock Tóxico.

Las desventajas, para ser sinceras, son pocas. Está claro que no puede ser un sistema con el que se sientan cómodas todas las personas. Primero, por el hecho de llevar algo introducido y, segundo, porque entras en un contacto muy directo con tu cuerpo y, sobretodo, propio flujo, así que puede dar la sensación (solo se trata de una sensación) de que es poco higiénico, aunque se vaya fácilmente con agua caliente. Finalmente, dicen que en ocasiones puede crearse el vacío entre las paredes vaginales y la copa, pero a parte de que es relativamente fácil quitarlo, los nuevos modelos ya contemplan esa posibilidad y de cada vez es más difícil que ocurra.

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Un mayor contacto con tu cuerpo y la Tierra

Lejor de querer un subtítulo de aires hippies, es cierto que la ventaja principal que tiene la copa es que crea una relación más cercana con tu propio cuerpo. En cierta manera, te obliga a enfrentarte a tu ciclo y a conocer tus cantidades de flujo, además de aprender cómo colocártela y sentirte más cómoda, a través de ser sincera contigo misma.

Pero, sobretodo, no expones a tu cuerpo a tantos químicos. Los componentes de las compresas y los tampones están relacionados con alergias, infecciones y otras enfermedades. Aunque no ocurra cada mes, es bastante probable que cada cierto tiempo te provoquen incomodidad e, incluso, dolor. Si no es tu caso, eso que te llevas; pero si es tu caso, con la copa menstrual al menos te aseguras que no entrarás en contacto con ningún químico ni sustancia que pueda herir a las pieles más sensibles.

Además, para ponerle la guinda al pastel, se trata de una gran manera de empezar a cumplir el que debería ser nuestro gran propósito del 2019; introducir en nuestra vida diaria las tres R: reducir, reutilizar, reciclar y, así, conseguir un mundo más ecológico, cuidado y sano.

 

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