Nos avisan los científicos. Nos advierten los medios. Es un mantra que oímos cada vez más. Pero por si fuera poco, la propia Tierra nos muestra cada vez con más intensidad el impacto del cambio climático. Y su última actuación esta siendo el huracán Harvey.

Más frecuentes. Más potentes

Puedes pensar que el hecho de que las noticias sobre huracanes sean cada vez más frecuentes se deba a un aumento de la cobertura informativa. Pero no. La verdadera razón es más simple. Los huracanes son cada vez más frecuentes. Y más potentes. Y la causa es el calentamiento global. El alza de las temperaturas en todo el globo está provocando el calentamiento de los océanos. Las masas de aire caliente que se generan son el combustible con el que se nutren los huracanes. Y la mayor intensidad se debe a la tasa de humedad. Y esta tasa aumenta en un 7% por cada grado centígrado de temperatura que retiene la atmósfera. Para que un huracán se desarrolle necesita una temperatura de alrededor de 26 grados. En las aguas del golfo de México, lugar en el que se está desencadenando la furia de Harvey, esa temperatura se mantiene prácticamente hasta los 100 metros de profundidad. Es un caldo de cultivo perfecto para la generación de este tipo de tormentas brutales.

Más agua. Más destrozos

Para terminar de componer un cuadro dantesco queda el contenido. El elemento que provoca los mayores destrozos: el agua. Y ahora, los océanos tienen más cantidad de agua que puede ser desplazada por los vientos huracanados. Además, la subida del nivel del mar en al menos 20 centímetros, hace que sea más fácil que supere todas las barreras y anegue zonas cada vez más amplias. Queda por determinar si no será más rentable hacer algo ya con el cambio climático. Si de verdad compensa continuar con el modelo energético y de consumo y luego tener que hacer frente a daños multimillonarios. Por supuesto, sin entrar en lo que jamás puede recuperarse. Las vidas humanas que cada nuevo huracán se lleva consigo.