No nos cansamos de hablar de agujeros negros. Esa formación cósmica que nos fascina. Ese embudo por el que se establecen todo tipo de teorías de qué pasaría si nos adentráramos en él. Pero lo curioso es que nunca nadie ha visto uno. Son los cálculos físicos los que establecen su existencia. Pero evidencias de esas tan humanas de ver para creer, no existen. De momento.

Primera imagen de un agujero negro

Porque los científicos nos han hecho una promesa que esperemos que cumplan. En un año veremos por primera vez una imagen real de un agujero negro. Ganas no faltan. Así que desde hace un tiempo, los expertos se pusieron a ello. Par ello crearon el proyecto denominado Event Horizon Telescope (EHT). Horizonte de eventos es el lírico nombre con el que se designa el borde del agujero negro donde deben de ocurrir cosas fascinantes. Entrar en los requerimientos tecnológicos y científicos que son necesarios para ver un agujero negro convalida dos años de astrofísica. Baste apuntar que se trata de una combinación de elementos que incluye una apertura mayor de la óptica de los telescopios, medidores de anchos de banda más amplios y observaciones de polarización dual. Además de crear un rango mayor de coordinación y sincronización entre los telescopios actuales.

En el centro de nuestra galaxia

Lógicamente, el agujero negro que se pretende observar es el que ocupa el centro de nuestra galaxia. Se trata de Sagitario A*. La verdad es que lo único que tenemos de allí es una fuente de radio muy potente y la certeza de tres componentes. Los restos de una supernova, una estructura en espiral y esa radiofuente compacta y extremadamente brillante. Vamos, todo lo que parece indicar que allí se encuentra un agujero negro supermasivo. Por cierto, la distancia es de 26.000 años luz. “Estas observaciones nos permitirán corroborar o descartar las locas teorías que hay sobre los agujeros negros”, asegura Gopal Narayanan, de la Universidad de Massachusetts Amherst, “y créanme hay un buen montón de locas teorías sobre esto”, concluye.