Incluso antes de saber positivamente si existen ya estamos intentando comunicarnos con ellos. Establecer contacto con los extraterrestres, aunque sea a distancia es casi una obsesión. Como la de Carl Sagan, cuando adosó un disco de oro con información a una de las sondas Voyager que sigue surcando el espacio en los confines del Sistema Solar.

Mensajes a aliens
Otra cosa es que eso sirva para algo. Es lo que dudan ahora científicos del Instituto Comunicando con Inteligencias Extraterrestres (METI). Esta institución es paralela a Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI) y su misión es tratar de descifrar posibles mensajes alienígenas y estudiar cómo podríamos comunicarnos con ellos. 

El disco de la Voyager tiene impreso saludos en 55 idiomas, la propia risa de Sagan, el sonido de las ballenas. Pero los especialistas dudan de que todo ese contenido pueda ser descifrado por mentes con un desarrollo distinto. Según los autores del informe, el punto de vista que llevó a la creación de este disco se basa en que el desarrollo de esos seres tendría que ser similar al humano para poder entenderlo.

Pero hay algunos problemas. El primero es que las criaturas de ahí fuera no tienen por qué ser capaces de escuchar lo que se grabó. Quizá su oído funciona en distintas longitudes de onda. Eso en el caso de que perciban el entorno por un oído, que ya es suponer.


Señales hostiles

Además, aunque pudieran escucharlo, una risotada o el berrido de un cetáceo pueden ser interpretados como señales hostiles. Nada nos dice que puedan identificar los sonidos de alegría humanos como tales.

Pero también critican la propia composición del disco. Además de los sonidos, el formato lleva imágenes de distintos paisajes terrestres. La falta de relación entre sonidos e imágenes se antoja confusa para los autores, que entienden que cualquier inteligencia, lo primero de todo, trataría de encontrar esa relación.

Mientras, estos expertos tratan de encontrar una gramática universal. Un conjunto de signos codificados de tal forma que sea más fácil reconocerlos por inteligencias que estamos muy lejos de saber cómo funcionan.